Dormir a oscuras, ir al dentista, afrontar un examen… Los más pequeños también tienen sus problemas. A veces, parte de la solución reside simplemente en identificarlos y expresarlos, un proceso que forma parte fundamental del desarrollo emocional. Para echarles una mano con esa tarea llega una legión de muñecos llamados Sorgenfresser (come-preocupaciones, en alemán). Su característica fundamental es una boca-cremallera destinada a que el niño guarde en ella un papel en el que habrá escrito o dibujado sus temores. Este simple gesto puede aliviar su malestar y proporcionarle tiempo y tranquilidad para buscar la mejor solución.
La idea la concibió el productor cinematográfico alemán Gerhard Hahn. En una noche de insomnio de 2008, abrumado por sus problemas, imaginó un monstruo capaz de quitárselos del pensamiento. Al día siguiente se lanzó a hacerlo realidad y hoy tiene toda una colección de 15 modelos en tamaño grande y 6 en tamaño pequeño. Cada uno con su nombre e historia propios.
En Alemania se han convertido en “mascotas” de muchos niños, pero también en herramientas de educación emocional en muchas escuelas. La ONG Drachenherz (Corazón de dragón) de Marburg, que presta apoyo a hijos de alcohólicos y drogodependientes, los utiliza para ayudar a los pequeños a gestionar sus emociones.
En España ya están llegando a las jugueterías, a la espera de que los pequeños descubran sus talentos para confortarles. O los no tan pequeños.
Pilar Gil Villar
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