Los precursores de nuestros cinco dedos se encontraban ya en las primeras criaturas que empezaron a aventurarse a tierra firme desde las aguas primigenias. Concretamente, en unos finos huesecillos que remataban sus aletas, los radiales. Una de esas especies de transición entre peces y tetrápodos (criaturas con cuatro extremidades), el Panderichthys, había hecho dudar de este hecho, porque en los fósiles que han llegado hasta nosotros no habían podido detectarse esos huesos.
Sin embargo, Catherine Boisvert, de la Universidad de Uppsala (Suecia) acaba de encontrarlos y publicar su descubrimiento en la revista Nature. Al someter a un escáner el fósil de una aleta pectoral de Panderichthys ha detectado cinco pequeñas formaciones que corres ponden a ellos. Por su parte, su colega Per Ahlberg aporta otra prueba a este origen de los dígitos. Las aletas de los peces crecen en una sola fase, y las extremidades de los tetrápodos, en dos. Ahlberg ha observado que las aletas del pez australiano Neoceratodus forsteri crecen en dos estadios, y el gen que activa sus radiales es el que pone en marcha los dedos de tetrápodos.
Redacción QUO
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