En España, el caso más sonado fue el del futbolista Iker Casillas. Sus manos están custodiadas por la compañía de seguros Groupama, que tendría que pagarle hasta 7,5 millones de euros si perdiera sus manos o estas sufrieran un daño grave. A cambio, el futbolista debe pagar una prima anual de seis mil euros. El pianista Jim Brickman y la tenista Anna Kournikova también aseguraron las suyas. La vida de esta mujer fuera de las canchas ha sido mucho más fecunda económicamente que sus logros deportivos: portadas de revista, publicidad, patrocinio… Pero su reclamo han sido las manos que sostienen la raqueta. Probablemente, si estas se malograran, toda su carrera quedaría truncada. Su buen olfato para los negocios la ha hecho previsora, y no ha tardado en ponerles precio: cuatro millones de dólares (incluyen los antebrazos).
Redacción QUO
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