Abdul Rahman y Mulham (16 y 18 años respectivamente) eran solo unos adolescentes cuando la guerra cambió sus vidas. Les pilló en plena formación educativa, la cual quedó paralizada para dar protagonismo a las vergonzosas estrategias bélicas que ha ideado el ser humano para arreglar sus conflictos. Dejaron sus hogares y partieron hacia el Líbano, donde gracias a la ONG Multi Aid Programs (MAPS) pudieron acceder a un programa educativo que garantiza la formación de centenares de niños refugiados.
En esta dramática situación, en la que ves como tus congéneres se doblegan ante un desfasado, incoherente y radical discurso de odio, tu familia cae en desgracia, tus vecinos luchan sanguinariamente entre sí y tu futuro es terriblemente incierto, solo te queda el espíritu de supervivencia. Un espíritu que ha llevado a estos chavales a luchar por un sueño sin plantearse tan siquiera lo difícil que lo tendrían para conseguirlo. Cuando cerraron la puerta de su casa en Siria, jamás pudieron imaginar que participarían en una competición de robótica en Estados Unidos.
Y lo hicieron. Abdul, Mulham y otros estudiantes sirios idearon un proyecto al que bautizaron como Esperanza para Siria. En él, ‘darían vida’ a Robogee, un robot pensado para recoger y lanzar pelotas gracias a un control remoto. Y todo esto sin poseer un conocimiento extenso de la robótica ni de la mecánica.
Los jóvenes sirios accedieron a este certamen tras ganar un torneo clasificatorio que tuvo lugar en la Universidad Americana de Beirut en el que se enfrentaron a las creaciones de otros 13 centros de secundaria.
Fuente: popsci.com
Redacción QUO
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