Todos los sentidos están activos, sobre todo el tacto y el olfato, que le guiarán hasta el pezón. Pero también el oído y la vista, que consigue enfocar una cara a unos 20-25 cm, justo la distancia del rostro de la madre cuando le amamanta. “Otra cosa es adónde se conecten, porque en ese momento a la corteza cerebral le faltan montones de estructuras por desarrollar”, asegura el neuropediatra Francisco Carratalá. Y como se están formando: “Si se les somete a situaciones muy potentes, pueden provocar irritabilidad”, añade. Mejor, ruido y luz tenues.
Redacción QUO
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