Las desdichas del Titanic no han terminado. El legendario buque se fue a pique el 15 de abril de 1912 tras chocar con un enorme iceberg en el Océano Atlántico y, ahora, sus restos (que fueron descubiertos en 1985) también están en peligro de desaparecer para siempre.
El pecio reposa a una profundidad de casi cuatro mil metros. Un ambiente en el que casi ningún organismo puede sobrevivir. Pero siempre hay alguna excepción. Y en este caso se trata de una bacteria extremófila.
El microorganismo fue descubierto y estudiado en 2010 por investigadores de la Dalhousie University, que lo bautizaron con el apropiado nombre de Halomonas titanicae. Y lo que le hace tan especial es que puede sobrevivir en ambientes con concentraciones de sal muy elevadas, y que se alimenta de hierro. Por eso, los restos del Titanic se han convertido en su menú.
Los especialistas explican que, inicialmente, los restos metálicos de un pecio son siempre oxidados y erosionados por la acción del agua. Pero las bacterias como la titanicae, al tiempo que devoran el metal, forman una especie de capa que envuelve el casco de la nave y lo protege de la acción del agua marina. Gracias a eso, el pecio sigue aparentemente intacto.
Pero es una sensación engañosa ya que, bajo esa capa, las bacterias prosiguen con la acción corrosiva, dejando el pecio cada vez más podrido. Por eso, cualquier golpe o incluso un ligero temblor, pueden provocar en él daños irreparables e, incluso, su destrucción total, dependiendo de cuanto hayan avanzado los microorganismos en su labor de zapa.
Los especialistas creen que en veinte años más o menos, los restos del Titanic podrían haber desaparecido para siempre.
Fuente. BBC.
Vicente Fernández López
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