Está claro que lo que mató a John F. Kennedy fueron los disparos realizados, según la versión oficial, por Lee Harvey Oswald. Pero, ahora, un nuevo estudio realizado por investigadores del Neurosciences Instituteat the University of Arkansas for Medical Sciences, ha revelado un dato muy poco conocido por la opinión pública: el presidente llevaba un corsé. Pero lo más llamativo es que los autores del informe especulan con la posibilidad de que pudiera haber sobrevivido al magnicidio de Dallas si no hubiera usado dicha prenda.
El primer disparo que recibió Kennedy impactó en su cuello y, pese a la gravedad del mismo, el que realmente acabó con su vida fue el segundo, que le alcanzó de lleno en la cabeza. Los investigadores creen que el corsé que levaba Kennedy le imposibilitó moverse tras ser alcanzando por la primera bala. Pero si no lo hubiera llevado, tal vez los movimientos que hubiera realizado al ser herido, hubieran evitado que el segundo proyectil le diera en la cabeza.
Por supuesto, son solo especulaciones. Pero lo que hay que tener en cuenta es que si Kennedy llevaba un corsé, no era por gusto. El nuevo estudio es una de las investigaciones más minuciosas que se han hecho sobre los graves problemas de salud que le aquejaron durante toda su vida.
Con solo dos años estuvo a punto de morir por la escarlatina pero, además, Kennedy también sufrió la enfermedad de Addison, que provoca que el organismo no produzca determinadas hormonas. Aunque, con todo, su mayor tormento fue el dolor crónico en la base de la espalda. Parece ser que el origen del mismo fue una lesión que sufrió jugando al fútbol durante su estancia en Harvard.
Las vértebras dañadas no acabaron de dañarse bien, y la lesión se agravó en 1944 durante la II Guerra Mundial. Kennedy sirvió en el frente del Pacífico en una lancha torpedera. Pero su embarcación naufragó tras ser embestida por un barco japonés. El impacto sufrido durante el accidente hizo que su lesión reviviese y de forma muy dolorosa.
Terminada la guerra, Kennedy acudió a la clínica Mayo a causa del persistente dolor que sufría. Pero la prueba que le realizaron, un mielograma, no reveló la tremenda hernia que sufría, por lo que los médicos no consideraron que fuera necesario operarle. Pero la situación empeoró y Kennedy tuvo que ser finalmente intervenido. De hecho, acabó pasando cuatro veces por el quirófano.
Desafortunadamente, las operaciones (al menos las dos primeras) lo único que hicieron fue empeorar su estado. La segunda de dichas intervenciones se realizó para implantarle una placa de metal en la columna vertebral. Pero algo salió mal, y tuvo que ser operado tercera vez para que se la retirasen. Rizando el rizo de la fatalidad, en esa tercera intervención sufrió una infección que provocó un absceso e una de las vértebras y que obligó a operarle por cuarta y última vez.
Los dolores acompañaron a Kennedy hasta el final de su vida, y le obligaron a usar ese corsé que, según los autores del estudio, pudo contribuir a su fatídico final.
Fuente: Journal of neurosurgery.
Vicente Fernández López
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