Los estudios realizados con las muestras genéticas extraídas de los restos encontrados en Siberia del llamado Neandertal de Altai, mostraron trazos incestuosos en su linaje, lo que llevó a los investigadores a pensar que la endogamia era una práctica común en esta especie. Una idea reforzada por el hecho de que vivían en comunidades no demasiado numerosas. Pero, ¿sucedía lo mismo con nuestros antepasados directos?
Un equipo internacional formado por investigadores de las Universidades de Cambridge y Copenhague ha analizado los restos de cuatro individuos del Paleolítico Superior pertenecientes a un mismo clan, que fueron descubiertos en una cueva de Rusia. Y el resultado ha sido que no estaban emparentados entre sí de forma cercana. Como mucho, podrían ser primos lejos, explican los autores del estudio.
Los investigadores creen que el homo sapiens entendía de alguna manera los riesgos de la endogamia y, aunque en ocasiones se veía obligado a practicarla, había desarrollado estrategias para buscar pareja en otros clanes y así aumentar la riqueza genética del grupo.
Vicente Fernández López
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