El Gobierno francés ha decidido poner fin a lo que considera una suculenta ristra de denominaciones engañosas. En una enmienda a su Ley de Agricultura ha prohibido usar nombres de productos tradicionalmente animales para alimentos elaborados en su mayor parte con ingredientes de otro origen.
Su finalidad es dejar clara al consumidor la naturaleza de lo que va a ingerir. Las razones para esta intromisión del Estado en las prácticas de marketing deben buscarse en el pronunciado aumento que están experimentando las alternativas a la carne en todo el mundo y la consecuente amenaza para la industria de la producción animal.
No es la primera norma de este tipo. En 2013, la Unión Europea emitió un reglamento para evitar que los sucedáneos a base de soja, anacardos u otros vegetales se anuncien como queso o yogur. Solo se libraron las leches vegetales (de almendras, coco, etc.), debido a que su empleoya está lo suficientemente extendido y arraigado entre la población.
Redacción QUO
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