Aunque no habrá tocamientos, ni penetración. Ni siquiera masturbación. Al menos, no de un modo convencional. Mutsugoto es el último ingenio del artista Tomoko Hayashi, que ha conseguido que dos personas situadas a miles de kilómetros puedan mantener un contacto sexual con la misma sensación que si estuvieran cuerpo a cuerpo.

Ahora, la empresa Distance Lab, en su sede escocesa de Moray, estudia la eficacia del invento en parejas que puedan dar fe de este inédito modo de transmitir sensualidad.

La técnica se basa en un juego de cámaras, luces artificiales y ordenadores. Los amantes se colocan en el dedo anillos visibles para una cámara situada sobre el lecho, que sigue todo el tiempo los movimientos de la mano recorriendo el cuerpo de la persona amada. Cada movimiento se proyecta como un rayo lumínico sobre el otro cuerpo, que así sabrá qué hace su amante.

¿Será el sucesor de la cámara web en el sexo virtual? Más importante aún, ¿se llamará el señor de los anillos?

Redacción QUO