«La chica del pozo» era una mujer blanca de veintipocos años, que mostraba una ligera sobremordida en los dientes. Su cadáver apareció en las ruinas de una fábrica de whisky abandonada, sobre unas tablas, junto a los restos de un feto de seis meses.
Bender trabajó muy duro para reconstruir un rostro afilado con los dientes prominentes y mellados. Además, como los huesos habían aparecido rodeados de ropa de beneficencia, le colocó un pelo enmarañado, típico de una indigente. Pero, a pesar de sus denodados esfuerzos, nadie la ha reconocido aún.
Redacción QUO
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