Esta nos la sopló Miguel Ángel Uribe en el Facebook de Quo: “Un edificio alto (A) arroja su sombra sobre otro más bajo (B) próximo al anterior.
El edificio B, a su vez, proyecta su sombra sobre un solar cercano a ambas construcciones.
El propietario del solar denuncia a los constructores de estos edificios porque le han arruinado su cosecha, para la que necesita la luz del sol; pero no es tan sencillo, porque:
El propietario del edificio A asegura no tener nada que ver con la sombra de su solar, porque la de su edificio se proyecta completa y únicamente en el otro edificio (B).
El propietario del edificio B asegura no tener nada que ver con la sombra de su solar, porque su edificio no recibe luz y, por tanto, no puede emitir sombra.
Es decir, que ¿la sombra del solar no proviene de ninguno de los dos edificios?”
Realmente, para que la paradoja funcione hay que dar dos cosas por supuesto: que la sombra de la que se habla es la de cierta hora concreta y de cierto día del año preciso, porque si no, el movimiento del sol cambiaría las tornas. Pero, efectivamente, la prueba de que es irresoluble está en que tanto si desapareciera un edificio como si fuera el otro, la sombra seguiría ahí.
Redacción QUO
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