El barón de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos modernos, nunca estuvo interesado en el deporte femenino. Llegó a afirmar que ver a las mujeres compitiendo: “No es práctico ni estético, y es incorrecto”. De hecho, hubo que esperar hasta 1925 para que las primeras mujeres fueran admitidas en los JJOO. Mucho antes de que esas pioneras irrumpieran en las pistas de atletismo, las compañías de tabaco de EEUU sacaron una colección de postales que mostraban a las mujeres practicando deportes, la mayoría de ellos reservados hasta entonces a los hombres. Ahora, esas bellísimas estampas se exponen en el Metropolitan Museum de Nueva York.
1887 fue el año en que empezaron a editarse estas postales. Su éxito fue tal que alcanzaron más de un centenar de ediciones.
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