SER HUMANO

Las dos películas con las que Georges Méliès inventó la ciencia ficción

Hoy se cumplen 106 años del estreno de A la conquista del Polo, el testamento cinematográfico de Georges Méliès, considerado uno de los padres de los efectos especiales cineatográficos, y el creador de las películas de ciencia ficción. Puede decirse que el género nace en el cine con Viaje a la Luna, el encantador y fascinante cortometraje que realizó en 1902.

 

Inspirada en la literatura de Julio Verne y de H. G. Wells, esta película de apenas un cuarto de hora de duración, narra el intrépido viaje de seis astrónomos franceses a nuestro satélite, a bordo de una bala de cañón, y su posterior enfrentamiento con los selenitas que lo habitan. El filme fue un auténtico éxito mundial y la imagen de la Luna con el proyectil incrustado en uno de sus ojos, ha pasado a la posteridad.

Doce años después, en 1912, Méliès dirigió A la conquista del Polo, en la que un ejército de científicos intenta llegar al Ártico en coches, aviones y globos, y se enfrentan a cañonazos con un gigante que vive entre los hielos. Nuevamente, el cineasta francés se inspiró en Verne (concretamente en la novela Las aventuras del capitán Atteras), pero en esta ocasión el éxito le fue esquivo. El cine había cambiado mucho desde 1902, y su propuesta resultaba demasiado anticuada para el público de la época, que demandaba películas más ambiciosas y sofisticadas. Pero vista 102 años después, la cinta se revela mágica y adorable ante nuestros ojos.

 

Desde entonces el cine de ciencia ficción ha evolucionado de forma asombrosa. Y en esta galería repasamos otras nueve películas claves del género. Pero no hemos elegido las de siempre (como 2001, Blade runner…). Hemos preferido seleccionar otros títulos menos conocidos pero igualmente magníficos, que serán todo un descubrimiento para quienes no los hayan visto.

Soylent Green (1975)

Titulado en España Cuando el destino nos alcance, este magnífico filme nos muestra un mundo superpoblado que ya ha agotado sus recursos. El único alimento disponible son unas pastillias verdes (las Soylent green del título original), supuestamente fabricadas con algas. Pero el policía encarnado por Charlton Heston descubrirá que en realidad están hechas con cadáveres.

El filme presenta la metáfora de una humanidad que se devora a sí misma, y atesora escenas tan grandiosas como la del emotivo suicidio del lúcido personaje que encarna Edward G. Robinson, asqueado de la época que le ha tocado vivir.

Planeta prohibido (1956)

Una auténtica joya que adapta (libremente) La Tempestad de Wílliam Shakespeare en clave de ciencia ficción.

El Próspero del texto original se transforma aquí en el doctor Morbius, un científico exiliado en un lejano planeta, que ha logrado crear una máquina capaz de hacer reales las peores pesadillas de los humanos.

La película es una auténtica delicia que destaca por su tono deliberadamente naif, por su robot, Robby, convertido ya en un ingenio mítico, y por el inocente erotismo de Anne Francis.

La amenaza de Andrómeda (1971)

¿Que ocurriría si un virus de otro planeta cayera en la Tierra? Este soberbio filme plantea la hipótesis de una epidemia de orígen extraterrestre, y los denodados esfuerzos que realizan los científicos para tratar de frenarla.

Puede que el tiempo la haya hecho envejecer un poco, especialmente en lo que se refiere al arsenal tecnológico que muestra, pero ha quedado para la posteridad como uno de los mejores ejemplos de película cientificamente rigurosa.

Zardoz (1974)

Una película que muchos consideran confusa. Y tal vez lo sea, pero ahí radica parte de su extraño encanto.

John Boorman plantea una fábula donde una casta de personas inmortales domina al resto de la humanidad (reducida considerablemente, eso sí). Pero la inmortalidad, lejos de darles la felicidad, les provoca hastío.

El filme es psicodélico y delirante, cómo solo podían serlo algunas películas de la década de los años 70.  Pero en la memoria quedarán para siempre la impactante imagen de la cabeza de piedra voladora, y el insólito look que Sean Connery luce en este filme. ¡lleva trikini!

Solaris (1972)

Bellísima película del maestro ruso Andrei Tarkovski, ambientada en una estación espacial. La aparición de un misterioso planeta llamado Solaris, hace que los integrantes de la misma vuelvan a ver a los seres queridos que han perdido para siempre. La película es una hermosa alegoría sobre lo que ocurre cuando se materializan nuestros deseos más íntimos a la vista de los demás, y sobre la perplejidad que nos causa lo desconocido.

El increíble hombre menguante (1957)

Una película sencillamente maravillosa basada en un relato del gran Richard Matheson. El protagonista, tras ser expuesto a las radiaciones de una explosión atómica, sufre una mutación que le hace menguar progresivamente de tamaño.

Las arañas serán casi como toros bravos en comparación con él. Pero seguirá menguando más y más hasta fundirse en el mundo de las bacterias.

Naves misteriosas (1972)

Ciencia ficción con  mensaje ecologista, dirigida por Douglas Trumbull, el creador de los magníficos efectos especiales de 2001, una odisea del espacio.

Tras un cataclismo climático, los únicos restos de vegetación sobreviven en invernaderos espaciales. Bruce Dern interpreta al cuidador de uno de estos jardines galácticos, asesorado en su tarea por un puñado de robots.

Cuando las autoridades ordenan destruir los invernaderos, el protagonista programará a los robots para que viajen a los confines del espacio y salven las plantas de la extinción definitiva.

Atmósfera cero (1980)

En realidad, esta película es una especie de remake de Solo ante el peligro ambientado en el espacio. La acción transcurre en una base lunar dónde se practica la minería espacial. Y nadie olvidará jamás las escenas de las cabezas estallando por causa de la despresurización.

Almas de metal (1973)

Película ambientada en un futurista parque temático donde los turistas pueden vivir aventuras ambientadas en el lejano oeste y en la antigua Roma, disfrutando de una serie de robots esclavos, diseñados para darles placer o para perder en sus enfrentamientos armados con los visitantes.

Pero, un día, los robots se cansan de perder y se sublevan iniciando una matanza.

Yul Brynner interpretó aquí uno de sus papeles más recordados, el de robot pistolero.

Redacción QUO

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