Tendríamos que remontarnos a 1538 para encontrar lo más parecido a un libro sobre cómo aprender a nadar. Su autor fue el alemán Nikolaus Wynmann, considerado el primer maestro de natación. El libro se tituló `Colymbetes o el arte de nadar´.
Más tarde, en 1807, el italiano Oronzio Bernardi escribía en su obra `El arte de nadar`: “Si los maestros de primeras letras enseñasen a los niños una cosa tan fácil de aprender en pocos días del verano, la tomarían por diversión, y les sería muy útil para su salud y aseo, haciendo al mismo tiempo el ejercicio más a propósito para robustecer sus fuerzas y agilizar sus miembros”.
La obra y las ilustraciones de Bernardi recogen los principios fundamentales en los que se basa el arte de nadar, así como las reglas básicas para aprender a flotar en el agua y no ahogarse…
Un maestro con 12 años de experiencia
Dice Bernardi en su obra: «El descubrimiento que yo he hecho en el arte de nadar es tan sencillo en sí, que sin largas vigilias conseguí su útil aplicación: es una voz que la naturaleza me dió en el mar; que oí, reflexioné y perfeccioné en 12 años de contínua experiencia».
Baños en el mar para recuperar la salud
Explica Bernardi en su libro que todo comenzó como consecuencia de una prescripción médica por un problema de salud: «De resultas de una vida sedentaria y estudiosa, perdí enteramente la salud, y me prescribieron los médicos baños en el mar, y me puse a estudiar de propósito las leyes de la natación».
Nadar es algo innato en el hombre, asegura Bernardi: «Todo hombre sano, sea flaco, gordo, anciano o joven tiene dicha facultad. Solo la turbación impide el uso de ella, privándole de la serenidad necesaria para flotar sobre el agua y nadar. El que pierda el temor y se disponga como conviene en el agua, se reirá en medio del mar de su antiguo error».
Aprender a flotar, esencial
El primer paso para dominar el arte de nadar, era aprender a flotar en el agua. Tal y como recoje un pasaje del libro: «Es un hecho constante y comprobado que todo hombre puesto boca arriba en la superficie el agua no se hunde, estando inmóvil y abandonándose a su natural peso: así que no hay nadador que no haya tomado esta primera lección, y que no se valga de dicha postura para descansar en el agua».
Un arte que se aprende en 8 o 10 días
Bernardi asegura sólo se necesitan 8 o 10 días para aprender a nadar: «El arte de nadar se aprende por entretenimiento en ocho o diez días, y con él se liberta el hombre del terror que le causa el agua, y muchas veces de la muerte: por eso era una de las primeras cosas que aprendía la juventud de las naciones más sabias de la antigüedad; y por eso es de desear que se restablezca esta enseñanza necesaria».
Además de enseñarnos las reglas para aprender a nadar, Bernardi daba consejos muy útiles en caso, por ejemplo, de caer al agua por accidente: «El que cae al agua por error y no sabe nadar, puede cruzar los brazos a la espalda y tomará una postura vertical muy segura, porque de esta manera se levan el cuello, el pecho y la cabeza, y podrá respirar sin cuidado de vacilar».