Prácticamente, nadie se levanta con buena cara. Desde luego, no es la mejor hora del día para que nos tomen una foto. Aún así, Barbara Iweins ha retratado a una serie de voluntarios nada más salir de la cama, y les ha vuelto a fotografiar muchas horas después, para comprobar como cambia el aspecto de las personas a lo largo del día. Y es evidente que, a última hora de la tarde, por muy duro q e haya sido el día, lucimos mejor y más lozanos que al comenzar la jornada, cuando acabamos de abrir los ojos. Indudablemente, la ropa, el maquillaje, y todo ese tipo de cosas, ayudan lo suyo.
Fotos: Cortesía de Barbara Iweins.
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