La primera vez que Marilyn posó para el fotógrafo Douglas Kirkland este no había cumplido los 30. La actriz exigió sábanas blancas de seda, música de Frank Sinatra y Dom Pérignon. Posó exultante y él, atrincherado tras la cámara, empezó a disparar. “Su belleza y voluptuosidad… no eran 
de este mundo”, recordaba Kirklad cuando Marilyn ya no podía posar para nadie.

La rubia de Hollywood siempre fue consciente de su magnetismo. Y nadie discute aún hoy su liderazgo en las listas de los hombres y mujeres más atractivos del mundo. Tanto que cinco décadas después de su muerte, su imagen sigue vendiendo como icono publicitario (y si no que se lo pregunten a Chanel). Ella no es, por supuesto, la única deseada. De Rodolfo Valentino a Robert Pattinson (la fantasía vampírica que puebla las camas adolescentes de estos últimos años) ha transcurrido un siglo entero. Pero ambos son figuras protagonistas del mismo tipo de sueño. “El deseo sexual sostiene el mundo”, escribió el dramaturgo Henry Miller, tercer marido de Marilyn.

La mujer desea como el hombre

Seguramente cada persona que lea este artículo tiene en mente un nombre, una actriz, un cantante, 
un profesor de Anatomía en la universidad… 
Alguien que ha poblado, posiblemente a lo largo de toda la vida, el lúbrico y secreto universo del deseo. 
Los iconos sexuales siguen siendo reclamo en todas la dimensiones sociales, en la publicidad y el cine por supuesto. Pero no solo deseamos lo inalcanzable. De hecho, es posible que solo en las últimas 
24 horas nos hayamos cruzado con al menos ocho 
personas sexualmente deseables para nosotros, según relata el psicólogo Luis Tejedor, autor de 
El pequeño libro de la seducción. Y a nueve de cada diez personas el deseo sexual les lleva a fantasear de un modo habitual. ¿Con quién? ¿Qué o quién es el objeto de nuestras fantasías? Por ejemplo, según un sondeo que publicó la revista Business Insider, el 90 % de los trabajadores ha sentido en alguna
ocasión atracción sexual hacia un compañero laboral. Probablemente deseamos muchísimo más de lo que confesamos. Y lo hacemos con la misma intensidad mujeres y hombres.

«El sexo es una flor o un monstruo. Se puede optar en la vida por llevar oculto un monstruo o por llevar erguida una flor». Francisco Umbral. En Mortal y rosa

Un estudio realizado por científicos canadienses muestra que las mujeres tienen el mismo deseo sexual que los hombres. Esto significa que anhelan 
a su pareja de la misma manera y con la misma intensidad, piensan en sexo las mismas veces y 
quisieran llevar la iniciativa si ese comportamiento no fuera mal visto en la sociedad.
Para la investigación, el grupo de expertos reclutó a 229 parejas de entre 18 y 68 años. Los investigadores llegaron a la conclusión de que los hombres subestimaron el deseo sexual de las mujeres por miedo a que los rechazaran.

De esta investigación, además de la equidad 
hombre-mujer a la hora de desear, hay otro dato revelador: todos los sujetos del estudio experimentaron deseo mucho más a menudo de la frecuencia con que mantienen relaciones sexuales.

Nuestro siglo es con mucho el más abierto 
al sexo de la historia: el acceso a nuevas tecnologías, la píldora anticonceptiva o las aplicaciones de citas exprés para sexo al minuto han abierto un nuevo mundo de posibilidades. Sin embargo, los datos son calamitosos. Un estudio publicado en Archives of Sexual Behavior demostraba que los estadounidenses practicaban sexo nueve veces menos a principios de la década de 2010 que a finales de la de 1990. En otra parte del planeta, una encuesta realizada en 2011 por el Gobierno japonés desvelaba que el 36 % de los chicos de entre 16 y 19 años desprecia completamente el sexo. A algunos de ellos les 
resulta indiferente y les da pereza. A otros les da asco. Y, aquí en casa, una investigación llevada a cabo por la farmacéutica Lilly en 2011 aportaba un dato inquietante: el número de españoles que sufren impotencia ha aumentado en la última 
década un 20 % por culpa del estrés laboral. 
En Cataluña, otra encuesta de la tienda erótica 
La Maleta Roja arrojó unos resultados muy significativos: el 43 % de las mujeres catalanas desearía 
mantener relaciones sexuales con más asiduidad, pero les parecía muy difícil compaginarlo con su 
día a día. Así que parece que el deseo está en crisis, y el sexo, aún más.

Otro dato que desvelan los estudios es que las fantasías pocas veces o ninguna las protagoniza nuestra pareja. ¿Deseamos al vecino mucho más 
de lo que confesamos?

“Tengamos o no pareja, el deseo sexual forma parte de nuestro ser y cada uno elige qué hace con él”, indica David P. Barash en su libro Out of Eden. 
“La sociedad nos obliga a ser monógamos, la biología nos inclina a ser infieles”. Su arriesgada hipótesis dice que estamos biológicamente preparados para desear, pero no siempre a la misma persona. Relata en su libro: “Si estudiamos las células cerebrales, se sabe que la estimulación repetida produce cierto grado de insensibilidad. Es algo que también sucede respecto al entusiasmo sexual. Una analogía sería 
el constante zumbido del frigorífico: con el tiempo te habitúas a él y solo lo notas cuando algo falla y se detiene”. Comparar a tu pareja sexual con el zumbido del frigorífico no parece romántico. Pero lo cierto es que son muchos los expertos que asocian 
la pérdida de deseo con la rutina, un aspecto que nada tiene que ver, por ejemplo, con la edad.

«Si volvemos a engancharnos en un mal sitio, en un mal momento, nos matan». Ennis del Mar (El personaje interpretado por Heath Ledger en la película)

Sexo por control remoto

Si nos quedamos con la idea que plasma 
Kimberly Russell, bióloga evolutiva, en el informe Evolución y comportamiento de los sexos, 
el deseo se mantiene invariable con el paso del tiempo. ¿Cómo se sostiene entonces el dato de la clínica Mayo según el cual el 40 % de 
las mujeres sufren deseo sexual hipoactivo, 
es decir, falta de libido?

Lo que sospecha Russell es que lo que de 
verdad pierde la mujer con relativa rapidez es 
el interés por sus parejas, no el deseo en sí. Es más o menos lo mismo que dice el biólogo David P. Barash. El sonido a lavadora parece recurrente, irremediablemente, en mujeres y hombres. Y ¿qué deseamos? Pues depende de a qué encuesta miremos. Por ejemplo, en el último barómetro de opinión Los jóvenes españoles y el sexo elaborado por Control (los fabricantes de preservativos), llama la atención que practicar un trío sea la principal fantasía sexual para el 36,6 % de los encuestados, seguida por el teledildonic o masturbación por control remoto (30,1 %) y el roleplaying o juego erótico en el que se interpreta un papel durante el acto sexual (22,9 %). La encuesta recoge que todos, mujeres y hombres, de cualquier lugar, edad y condición, señalan la monotonía como factor antideseo inequívoco.

6 milésimas de segundo al rojo

“El deseo sexual escapa al control de nuestra 
voluntad. En seis milésimas de segundo se activa la amígdala y en otras seis tratamos de entender qué ha sucedido. En muy poco tiempo en el cerebro se origina una erupción bioquímica que activa la ansiedad o la sensación de deseo y, por otra parte, desactiva el área que controla la racionalidad”, explica la neuróloga Brizendine.

Otra de las claves para que se produzca esa activación nos la da el psiquiatra Andrés Flores Colombino: la imaginación. “La fantasía es uno de los campos más ricos de la condición humana y nos permite trascender nuestra limitada realidad y transgredir normas y valores. No se trata de negar lo real, sino de darles a la realidad sexual y al placer sexual el color y la belleza que hacen grandiosa nuestra sexualidad y trascendente nuestra vida”. La habilidad de despertar el deseo sexual ha sido elevada a arte, haciendo que vertebre la mayoría de las creaciones literarias, artísticas o cinematográficas.

«Desaparecida la líbido y con ella la escritura, compruebo lo que ya he dicho lo que tenía que decir». Juan Goytisolo, escritor español

Tomando las palabras de Italo Calvino, el deseo sexual es el centro de la existencia humana. La Capilla Sixtina vivió la censura por destilar en sus frescos la sensualidad de Miguel Ángel. Desde las primeras pinturas rupestres, donde ya dibujaban vulvas aprovechando oquedades en las rocas, hasta la última sombra de Grey… no hay segundo en la historia de la humanidad en el que el apetito carnal no haya alimentado a las musas.

Además de estar omnipresente, resulta muy saludable para nuestras vidas. Así lo atestigua Genaro Alfonso Coria Ávila, del Centro de Investigaciones Cerebrales de la Universidad de Veracruz. Al estudiar la neurobiología del deseo, ha comprobado que sus efectos sobre la salud, tanto física como mental, son innumerables. 
“El deseo llena de energía a un individuo y le ayuda a focalizar su atención. Un deseo sexual bien canalizado puede aliviar el estrés y produce bienestar. Aporta energía y aumenta los niveles de atención. Incluso puede derivar en expresiones artísticas muy intensas”. Consciente de cómo nos favorece la libido, Per-Erik Muskos, concejal de la pequeña localidad sueca de Övertornea, ha propuesto a los trabajadores de la ciudad que reserven una hora al día de la jornada laboral para mantener relaciones sexuales. El 84 % de sus habitantes encuentra en esta una buena razón para volver a votarlo. Bendecido queda, pues, este impulso, pero aunque el cerebro parece inclinado de forma natural a practicar sexo, a menudo las cosas no van como uno espera.

Viagra en el pentágono

Una vieja tradición asiática dice que el cuerno de rinoceronte, convenientemente rallado, es 
un extraordinario afrodisíaco. Los científicos aseguran que su efecto sería muy similar al de comerse las uñas, que están hechas de queratina, el componente principal de la protuberancia del gigante acorazado. Pero da lo mismo. Los rinocerontes siguen perdiendo el cuerno.

Unos 152 millones de hombres en todo el mundo sufren disfunción eréctil y se espera que el número se doble para el año 2025, alcanzando los 322 millones. Solo en España lo sufren dos millones y medio de varones. Así, desde su 
lanzamiento en 2013 se han vendido ya unos 1.800 millones de comprimidos de Viagra en todo el mundo. Son 223 millones de recetas médicas. En Estados Unidos el 21 % de los hombres confiesa haber tomado la pastilla azul. En España, el municipio con mayor consumo es Marbella, donde las farmacias dispensan 55 cajas al año por cada mil hombres mayores de edad. En Europa solo gana a Marbella la localidad británica de Coleshill. Con una población de 6.343 habitantes, despacha 85 cajas por cada mil hombres. La panacea tiene tanto alcance que incluso se han retirado del mercado productos alimentarios que camuflaban el componente principal de la Viagra para entrar en el mercado generalista como alimento afrodisíaco. Y su éxito se dispara en el mercado negro. Por ejemplo, el de la falsa Viagra, Cialis, o el de Levitra (y también la venta clandestina de anabolizantes y esteroides) mueven en España unos 1.400 millones de euros, lo que supone alrededor del 10 % de este negocio en Europa, según el departamento de inspección y control de medicamentos de la AEMPS. Que lo compran hombres de cualquier edad y condición social no es noticia. Algunas veces llegan a la prensa casos que siguen pareciéndonos extraordinarios: según las cifras oficiales del Pentágono, el Departamento de Defensa de EE. UU. gasta cada año 78,2 millones de euros en Viagra y otros fármacos similares para combatir la disfunción eréctil de los soldados y, sobre todo, de los militares jubilados.

Erección y deseo

Estos fármacos permiten la erección, pero no aumentan la libido. Esta es la piedra de toque de los investigadores, que buscan emular la química que produce el apetito sexual en nuestro cerebro. Pero han conseguido un curioso efecto bumerán. Al mejorar la erección, mejoran la confianza del hombre en un encuentro sexual, 
y esto sí puede contribuir a subir la pasión. 
En el caso del tadalafil (que se comercializa con el nombre de Cialis) la erección no se produce en ausencia de estimulación sexual. Hace falta desear para la liberación de óxido nítrico, un paso previo a la erección.

¿Y qué ocurre con los fármacos para mujeres? Aquí la industria confiesa que lo ha tenido aún más difícil. Emular la biología del deseo en 
el cerebro es casi como cazar un unicornio.

Aprobado por la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA) llegó a las farmacias en octubre de 2015 con el nombre de Addyi. Aún no ha llegado a Europa, aunque es posible adquirirlo por internet. Este fármaco, la Flibanserina, modula la actividad de los neurotransmisores que intervienen en la excitación sexual de la mujer. Esta píldora reduce la serotonina, que hace descender la libido, pero su efectividad, según han publicado varios estudios en 2016, es baja y, además, causa fatiga y náuseas.

El delirio de las fiestas

El humano ha buscado en raíces, cuernos, semillas y en las manzanas prohibidas cualquier cosa que sirviera para alimentar su deseo. Lo último, lo más cool hoy en las noches de NY, Londres o Madrid se llama Chemsex: implica tomar cócteles de drogas para mejorar la experiencia sexual. El objetivo es 72 horas de sexo ininterrumpido. Por lo general se consumen drogas seriamente adictivas como la metanfetamina de cristal, GHB o la mefedrona. ¿No nos estaremos excediendo? Pues podríamos llegar aún más lejos, véase: en plena hambruna de Corea del Norte, el ex líder Kim Il-sung, abuelo del actual dictador, pagó a los 130 mejores científicos del país para que investigaran cómo aumentar su libido y prolongar su vida.

Remedios femeninos

Vitaminas: la dieta es el mejor aliado para despertar la pasión.Algunos complejos vitamínicos tienen una composición específica para favorecer el flujo sanguíneo, la lubricación y la relajación muscular de un modo natural.
Sequedad: la falta de lubricación apaga el deseo sexual.Aunque primero hay que saber la causa, existen gran cantidad de geles hidratantes y lubricantes específicos que alivian las molestias durante la relación e incrementan el placer.
Flibanserina: esta pastilla altera la química sexual del cerebro femenino. La ‘Viagra para mujer’ que aprobó la FDA incrementa la dopamina y reprime la serotonina, aumentando la libido, pero no está exenta de riesgos secundarios.
Pastillas contra la disfunción erectil
Levitra: segundo, tras Viagra, en el tratamiento de la disfunción. Su principio activo, el vardenafilo, proporciona mejores erecciones y aumenta la seguridad en el hombre. Comienza a actuar unos 25 minutos después de ser ingerida.
Avanafil: también conocido como Spedra. Tres dosis equivalen a una de Viagra. Esta píldora contra la disfunción eréctil ha conseguido reducir el tiempo de espera a apenas 15 minutos y sus efectos son más duraderos (entre 6
y 12 horas).
Viagra: cada vez más hombres la toman con fines lúdicos. La aparición de la píldora disparó las consultas por disfunción. Nueve farmacéuticas en España tienen ya copias autorizadas de su principio activo,
el sildenafilo.
Cialis: el riesgo cardíaco del fármaco tadalafilo es menor. Al relajar los vasos sanguíneos de los pulmones permite que la sangre fluya con facilidad hacia el pene. No aumenta el deseo sexual, es necesario que haya excitación previa.

MARILYN

Así posó la actriz un año antes de su muerte para el joven fotógrafo Douglas Kirkland por encargo de la revista ‘Look’ que celebraba su aniversario.

CON DESCARO

Portada del álbum ‘Music to watch girls by’, que recopila temas de artistas como Nat King Cole y Andy Williams.

BRANDO

Protagonizó ‘Un tranvía llamado deseo’, un filme de alto voltaje marcado por una constante tensión sexual.

BRITNEY SPEARS

A principios de 2007 tomó la decisión drástica de no tener sexo durante seis meses para moderar sus apetitos. Su propósito se diluyó el primer mes.

BOGART

El actor exhibió su lado seductor con Susan Perry en ‘Llamad a cualquier puerta’.

‘BROKEBACK MOUNTAIN’

Hollywood se atrevió a mostrar la atracción entre Gyllenhaal y Ledger, dos vaqueros.

‘LOLITA’

Vladimir Nabokov narró la morbosa obsesión del maduro Humbert Humbert por una menor y creó un icono erótico inmortal.