“No podré hacerlo”, “Jamás lo conseguiré”, “Ahora voy y lo arruino” y así sucesivamente con las retahílas de pensamientos negativos que, ante un desafío, nos repite el cerebro. Aunque intentemos reprimirlos.
Este tipo de ideas que no podemos rechazar, pueden ser muy perjudiciales para nuestra salud mental y para la calidad de nuestras relaciones. Ahora un estudio publicado en Journal of Cognitive Neuroscience, sugiere que tratar de borrar los pensamientos repetitivos podría no ser la mejor estrategia.
“Los resultados proporcionan una nueva evidencia neuronal de la omnipresencia de los pensamientos reprimidos y revelan una red de áreas del cerebro que se dirigirán a tratar los trastornos del pensamiento intrusivo”, explican los autores del estudio.
Para llegar a esta conclusión el equipo de científicos liderado por Roger Koenig-Robert, utilizó la resonancia magnética funcional para crear un mapa del cerebro de 15 voluntarios mientras intentaban suprimir cualquier pensamiento o imagen que tuviera que ver con una manzana roja o un brócoli verde.
El desafío consistía en evitar pensar en cualquiera de ellos durante tan solo 12 segundos. Después de completar la serie de tareas, ocho de los voluntarios afirmaron que lo habían conseguido, pero las imágenes de sus cerebros sugerían lo contrario.
El escáner mostraba que pensar voluntariamente en los alimentos activaba el lado izquierdo del cerebro, mientras que el derecho se activaba cuando intentaban suprimir esos pensamientos.
“Pudimos encontrar una representación visual del pensamiento, incluso cuando los participantes creían que habían logrado sacar la imagen de sus mentes – añade el coautor Joel Pearson –. La corteza visual, la parte del cerebro responsable de las imágenes mentales, parecía estar produciendo pensamientos. Esto sugiere que se pueden formar imágenes mentales incluso cuando estamos tratando de detenerlas. Los resultados demuestran que el contenido de los pensamientos reprimidos existe oculto a la conciencia, lo que permite comprender mejor porqué intentar suprimir ciertos pensamientos es tan ineficaz”.
Para el equipo de Pearson y Koenig-Robert, la técnica más adecuada sería no intentar suprimir, sino buscar pensamientos que reemplacen a los negativos.
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