Nacer antes del sexto mes de gestación, y con menos de 1000 gramos de peso, a día de hoy es no tener opciones. El desarrollo de placentas artificiales supone la posibilidad de supervivencia para los prematuros extremos
25 mil fetos en Europa nacen antes de que haya recursos para su supervivencia. Son los prematuros extremos. Apenas pesan 1000 gramos y no han superado el sexto mes de gestación. Sus opciones de futuro tienden a cero.
El desarrollo de placentas artificiales por varios equipos de investigación del mundo está destinado a los prematuros extremos. Uno de estos proyectos acaba de iniciarse en Barcelona, en el BCNatal, centro de referencia internacional en medicina fetal.
Cuando durante el embarazo algo no va bien, es posible intentar una fetoscopia, una intervención dentro del útero.
La fetoscopia es una prueba que durante el embarazo que consiste en introducir en el cuerpo de la madre un tubo de entre 2 y 3 milímetros de diámetro, con una cámara. Se inserta a través del abdomen de la madre y cruza el útero y la placenta hasta el feto.
Este impresionante vídeo muestra la imagen de un feto durante una fetoscopia y da una idea de cómo son las condiciones dentro del útero. Son imágenes reales.
Si a pesar de todo es imposible intervenir y solucionar los problemas del feto, y nace antes de los seis meses de gestación, sus opciones de supervivencia serán mínimas.
Antes de los seis meses de embarazo, los pulmones, los intestinos y el cerebro del feto aún no están desarrollados. Con menos de 1.000 gramos de peso, se acerca a lo imposible sobrevivir a un cambio radical de temperatura como supone salir al mundo exterior, además, hay que lidiar con asistentes de respiración mecánicos, alimentación por sonda etc.
En la placenta artificial, el neonato estará situado en un entorno físico líquido, lo más parecido al útero materno posible.
Estos fetos, los extremadamente prematuros, no pueden sobrevivir en incubadoras al uso. Para ellos no hay nada que ofrecer. En la placenta artificial, el neonato estará situado en un entorno físico líquido, lo más parecido al útero materno, dentro de un recipiente blando realizado con materiales biocompatibles, y protegido de sonidos y luces, aunque se reproducirán sonidos similares a los del útero materno.
Las primeras pruebas superadas
La placenta artificial es una idea con más de sesenta años de existencia. Sin embargo, solo en los últimos diez años los avances existentes han dado pie a pensar en su aplicación real clínica.
Investigadores de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, han logrado desarrollar una placenta artificial para el tratamiento de bebés extremadamente prematuros (nacidos antes de la semana 24 de gestación), a los que las técnicas actuales no permiten mantener con vida fuera del útero de la madre. Aunque, de momento, solo se ha probado en animales.
Mediante una bomba se hace hacer circular la sangre del niño a través de un pulmón artificial, que regresa de nuevo hacia el torrente sanguíneo del bebé.
El sistema, que de momento ha logrado mantener con vida a cinco corderos prematuros durante una semana, utiliza un mecanismo llamado oxigenación por membrana extracorpórea (OMEC). Una bomba hace circular la sangre del feto a través de un pulmón artificial, y regresa oxigenada.
Ahora, un centro de investigación español ha puesto en marcha, con el espaldarazo de 3,35 millones de euros concedidos por La Fundación “la Caixa”, el desarrollo de una placenta artificial que podrá servir como nido a los bebés extremadamente prematuros.
El proyecto de placenta artificial se llevará a cabo en el BCNatal, centro de referencia internacional en medicina fetal y centro clínico y de investigación del Hospital Clínic de Barcelona y del Hospital Sant Joan de Déu y está liderado por el Dr. Eduard Gratacós.
La primera dificultad, como explica el doctor Gratacós, es que “resulta necesario transportar con éxito un feto de entre 500 y 1.000 gramos desde el útero materno hasta una bolsa artificial donde, rodeado de líquido, su cordón debe seguir recibiendo oxígeno y alimentos”.
Inicialmente van a desarrollar un modelo experimental, con un modelo animal ovino, para más adelante trasladarlo a la práctica clínica si se cumplen los indicadores de éxito.
En la segunda fase, se evaluará si todo ha ido bien en el desarrollo cerebral, cardíaco, pulmonar y metabólico. A partir de ahí, será posible plantearse su aplicación clínica.
¿Cómo funcionará técnicamente la placenta artificial?
En la placenta artificial, el neonato estará situado en un entorno físico líquido, lo más parecido al útero materno, dentro de un recipiente blando realizado con materiales biocompatibles, y protegido de sonidos y luces, aunque se reproducirán sonidos similares a los del útero materno.
Estará conectado, a través de su cordón umbilical, a un oxigenador desarrollado y adaptado especialmente para el feto, que le aportará la cantidad necesaria de oxígeno. A través de este cordón, recibirá también nutrientes, hormonas y otras sustancias que el feto recibe de la madre o que produce directamente la placenta, y que son esenciales para su correcto desarrollo.
El bebé estará monitorizado continuamente, siempre de forma no invasiva, mediante ecografía del flujo sanguíneo, la presión arterial y la frecuencia cardíaca, pero también se utilizarán microsensores en el líquido amniótico o el cordón umbilical. Los resultados obtenidos en los experimentos serán integrados y evaluados mediante inteligencia artificial para poder realizar mejoras en el sistema.
En unos años, veremos resultados.
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