¿Qué son los sesgos cognitivos? ¿Cuántos hay? ¿Cómo afectan a nuestra forma de ver el mundo? En este artículo analizamos este efecto psicológico que nos lleva a tomar decisiones poco lógicas
¿Qué periódico, web o canal de televisión eliges para informarte? Seguramente elijas un medio con el que estés de acuerdo, tanto en sus críticas como en sus reflexiones. La mayoría de las personas se fían más de aquellos medios que están de acuerdo con su ideología, y al resto los tachan de sesgados y parciales.
Aunque intentemos justificar racionalmente nuestra elección, y pensemos que nuestra fuente de información es la más objetiva, seguramente estamos siendo presas de pequeños fallos en nuestra mente, de algún sesgo cognitivo que nos hace percibir la realidad de una forma errónea.
La capacidad de nuestro cerebro es limitada y no puede procesar toda la información que percibimos por los sentidos. Además, no siempre contamos con todos los datos necesarios para tomar la mejor decisión posible.
En ocasiones, no tenemos tiempo, o no estamos preparados para tomarla. Pero aún así, elegimos un camino utilizando atajos mentales para tomar una decisión rápida que no siempre está de acuerdo con la realidad. Estos atajos inconscientes son los llamados sesgos cognitivos.
Los sesgos cognitivos no son necesariamente algo negativo. Tienen un origen evolutivo y nos han permitido, a lo largo de los siglos, reaccionar rápidamente ante una situación de peligro, y en general hacer nuestra vida más sencilla.
El psicólogo Daniel Kahneman y Amos Tversky crearon en 1972 el concepto de sesgo cognitivo al descubrir que a las personas les costaba razonar de forma intuitiva cuando trabajaban con magnitudes grandes. Paradójicamente, Kahneman, autor del famoso libro Pensar rápido, pensar despacio, comenzó su carrera académica estudiando las ilusiones ópticas, una muestra de que en ocasiones no vemos el mundo tal y como es. Años más tarde, aplicó el mismo concepto al razonamiento humano descubriendo estas ilusiones cognitivas, lo que le llevaría a ganar el Premio Nobel en 2002.
Los sesgos cognitivos se forman por una combinación de tres elementos: los atajos mentales o procesamientos heuríticos, la influencia social y la influencia emocional.
Los procesamientos heurísticos se producen cuando nuestra decisión está influida por nuestra experiencia o percepción particular. Por ejemplo, si en las noticias solo vemos a los ganadores de la lotería, pensamos que tenemos más posibilidades de las reales de ganar.
La influencia social consiste en seguir las ideas y los comportamientos del grupo humano al que pertenecemos, incluso cuando tenemos delante evidencias de que son erróneas. Es lo que ocurre con muchas creencias religiosas.
Por último, nuestras emociones tiñen nuestra percepción y nuestros razonamientos. Si algo nos hace sentir bien, por ejemplo, los perseguimos a pesar de que sea perjudical, como es el caso de la comida basura.
Existe una gran cantidad de sesgos cognitivos. Estos son algunos de los más importantes y más estudiados por la psicología:
Existen muchos más sesgos cognitivos que, sin que seamos conscientes, marcan nuestras decisiones y nuestra vida. Pero no debemos pensar que el pensamiento humano está plagado de pensamientos irracionales y que la lógica no tiene apenas lugar. Algunos investigadores indican que no debemos verlos como errores, sino como atajos de nuestra mente que surgen cuando no disponemos de mucha información.
REFERENCIAS
The Evolution of Cognitive Bias
Teachers’ Expectancies: Determinants of Pupils’ IQ Gains
Temporal Adjustments in the Evaluation of Events: The “Rosy View”
“How Happy Was I, Anyway?” A Retrospective Impact Bias
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