Los bebés hacen bromas desde los cuatro meses y, a partir de los dos años, juegan con el lenguaje y empiezan a burlarse de los demás
Dicen que tener sentido del humor es señal de inteligencia. William Hauck y John Thomas, dos investigadores de la Universidad de Bucknell, en Estados Unidos, lo comprobaron hace décadas con un estudio donde evaluaron a 80 niños de primaria. Los resultados confirmaron que había una correlación muy positiva entre inteligencia y humor.
Una nueva investigación de la Universidad de Bristol, en Reino Unido, ha demostrado que los seres humanos tenemos sentido del humor casi desde que nacemos. Los investigadores descubrieron que con un mes de vida, los niños aprecian el humor y comienzan a hacer bromas desde los cuatro meses.
Los investigadores preguntaron a padres de casi 700 bebés de uno a 47 meses, poco menos de cuatro años, en cuatro países distintos: Reino Unido, Estados Unidos, Australia y Canadá. Identificaron 21 tipos diferentes de humor, incluido el corporal, muecas, palabras sin sentido y la burla, como por ejemplo llamar tonto a alguien.
La autora del estudio, Elena Hoicka, dijo que el humor es un proceso complejo que se desarrolla en los primeros cuatro años de vida. De hecho, piensa que cuando el humor realmente despega es a partir de los tres meses y es importante desarrollar herramientas para determinar cómo surge por primera vez. Esto puede servir para comprender mejor no solo el surgimiento del humor en sí, sino cómo puede ayudar a los jóvenes y niños de forma cognitiva, social y en términos de salud mental.
El equipo hizo una encuesta de 20 preguntas llamada Early Humor Survey (EHS o Encuesta de Humor Temprano) para que los padres de 671 bebés la completaran. Debían marcaran con “sí” o “no” si a su bebé le parecía divertido un chiste hecho por el propio bebé o por otras personas.
El equipo de Hoicka comprobó que los niños apreciaban el humor con tan solo un mes, sobre todo las cosquillas. El 50% de los bebés lo hacían a los dos meses, pero no solo las cosquillas, también reían con gestos de caras graciosas. Había 16 bebés de tres meses, 14 de ellos apreciaron algún tipo de humor, es decir, un 88%.
La autora explicó que en total, 14 de los 16 niños de tres meses de edad apreciaban el humor, incluidas voces divertidas, temas algo desagradables como “la caca” o los eructos, y las cosquillas, hacer cucú o mover las piernas en el aire.
A los 11 meses, el 50% producía su propio humor y el equipo también vio que una vez que los bebés lo hacían, lo producían con frecuencia. Estos niños apreciaban las formas de humor físico, visual y auditivo, como juegos del escondite, cosquillas, caras graciosas, humor corporal al meter la cabeza entre las piernas, voces y ruidos divertidos.
Con un año apreciaban varios tipos de humor para obtener una reacción de los demás como quitarse la ropa, asustar a los demás y chistes escatológicos. También les resultó divertido imitar a un animal.
El humor de dos años reflejaba el desarrollo del lenguaje como jugar con conceptos equivocados al decir que los perros hacen “muuu”, y las palabras sin sentido. También les gustaba burlarse de los demás, y el humor agresivo como empujar a alguien.
A los tres años jugaban diciendo palabras traviesas para hacer gracia, y comprendían trucos y juegos de palabras.
Los investigadores dicen que no hubo demasiadas diferencias entre los bebés de los cuatro países testados en este experimento, aunque estaría bien seguir analizando en estudios futuros incluyendo niños de otras culturas.
REFERENCIAS
The Relationship of Humor to Intelligence, Creativity, and Intentional and Incidental Learning
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