SER HUMANO

Natalia Martin Cantero: «La compasión puede significar ser asertiva, poner límites, decir que no»

La periodista Natalia Martin Cantero ofrece una guía para entender las claves neurológicas de la compasión, tanto con los demás como con nosotros mismo

Natalia Martín Cantero es periodista, ha trabajado en Estados Unidos cubriendo acontecimientos como el huracán Katrina. Además, es docente universitaria e instructora de yoga y mindfulness. En su libro «Piensa bien y acertarás» Natalia indaga en qué es en realidad la compasión, tanto con los demás como con nosotros mismos, cuáles son sus bases neurológicas y comparte claves claves para cultivar relaciones más sanas y encontrar refugios ante las dificultades a las que nos somete la vida moderna.

Darío Pescador: Si yo tuviera que recomendar este libro a la gente, le diría que es un libro sobre la compasión y que la compasión no es lo que piensan. ¿Me podrías explicar por qué la compasión se interpreta mal normalmente?

Natalia Martín Cantero: Claro, porque venimos de donde venimos. La compasión se interpreta como esa cosa piadosa de sentir pena por el prójimo, y es normal que cause ese repelús porque a mí me lo me lo me lo causaba, desde luego. Pero en el sentido en el que se interpreta en este libro y en un movimiento cada vez más amplio que está tomando más y más espacio, no tiene que ver con la pena. El que ofrece pena se coloca por arriba y el que la recibe por abajo. Y cuando uno es objeto de pena y de lástima, se siente francamente mal. En la compasión nos colocamos en el mismo nivel y no hay esa sensación de superioridad por parte del que la ofrece.

La compasión no es en absoluto eso, y de hecho puede significar ser muy asertiva, poner límites, decir que no

DP: La pena es “pobrecito, tap, tap, tap, qué mal lo estás pasando, algún día serás como yo”.

NMC: Exacto. Pero la compasión es el reconocimiento de que en tus circunstancias yo sufriría igual que tú. Todos sufrimos porque estamos en el mismo barco. Probablemente si hubiera tenido tu pasado y tus circunstancias, quizá estaría exactamente igual que tú. Por lo tanto, yo no estoy por encima ni estoy fuera de ese barómetro de malestar, sino que estoy sujeto a ello. Por otro lado, cuando en el sentido tradicional de antaño se hablaba de compasión, se hablaba de ser un blando, como que dejas que te pisen, te pasen por encima. En este sentido la compasión no es en absoluto eso, y de hecho puede significar ser muy asertiva, poner límites, decir que no. Esta compasión estilo yang versus compasión ying de abrazos y de sonrisas forman el todo de la compasión por la que esta nueva ola está apostando.

DP: Podríamos hablar de la compasión, Mister Wonderful de “todo va a salir bien”.

NMC: Eso no es compasión. Mister Wonderful es otra cosa.

DP: Y una compasión un poco más consciente. Tú hablas de un concepto muy interesante que es la compasión idiota. ¿Qué es la compasión idiota?

NMC: Lo hacemos todos de vez en cuando, por supuesto, yo la primera. Es darle al otro lo que quiere porque no soportas verlo sufrir. Así que lo haces por ti. No lo haces por él. Porque tú te sientes mal viendo como esa persona sufre, pero le puedes dar algo que no le beneficia en absoluto.

DP: En el peor de los casos, darle a los niños la comida que te están pidiendo, darles la chocolatina en lugar de la comida que deberían comer, tú que tienes niños.

NMC: Ese es un buen ejemplo. Efectivamente, eso es compasión idiota.

DP: Recuerdo un caso en el Madonna dio dinero a una ONG para enviar miles de redes antimosquitos a un país africano, y lo que hizo fue arruinar a la gente de ese país que vendía redes antimosquitos, con lo cual empeoró el problema. Eso sería quizá otro ejemplo.

NMC: Pues buen ejemplo también. Efectivamente, no se puede establecer una regla común a todos los casos. Yo creo que merece la pena parar y observar por qué estoy haciendo esto y a quién beneficia esta acción, y a partir de ahí actuar en consecuencia. Como digo, no es fácil. Todos somos compasivos idiotas alguna vez.

DP: También distingues la compasión de la empatía, aunque estas palabras se lanzan hoy en día en redes sociales y la gente habla de ellas, y en realidad significan cosas diferentes. Cuéntame ¿cuál es la diferencia entre compasión y empatía?

NMC: Si, yo creo que es muy importante porque la empatía puede ser muy, muy perjudicial. La empatía es ir por el mundo con las luces cortas y fijarse en lo que sufren las personas con las que tú te identificas, tus semejantes. Por lo tanto, de acuerdo con el baremo de la empatía, yo podría sentirme cercana a las mujeres de mi edad, en mis circunstancias, y para nada sentiría esa compasión hacia una mujer que vive en el otro lado del mundo, que no tiene nada que ver conmigo. La empatía no es una buena brújula para tomar decisiones, ni para ni para actuar en esta vida de una de una manera moralmente, éticamente más aceptable. De hecho, hay que intentar salirse de ese marco. Eso no quiere decir que la empatía no tenga su lugar en la vida, por supuesto, porque si no, no disfrutaríamos con una película, o con un libro, si no fuéramos capaces de empatizar y de ponernos en el lugar de otros. Y por supuesto, abre las puertas a la imaginación y es maravillosa, pero no como una guía moral.

DP: O sea, si somos empáticos, somos capaces de sentir lo que sienten los demás o de entender lo que sienten los demás, pero eso no necesariamente nos indica qué es lo que tenemos que hacer. En ese caso, si alguien tiene mucho miedo y nosotros sentimos el miedo y todos entramos en pánico, no arreglamos nada.

NMC: Por supuesto, ese es el otro problema de la empatía, que tiene que estar regulada, porque si no, si sufro contigo, y sufro de una manera desregulada, tampoco voy a ser capaz de ayudarte. Así que la compasión incluye la empatía, pero va un paso más allá. Además, en este sentido constituye también una forma de ver la vida con más ecuanimidad, con más atención, con una pausa y con una componente mucho más racional. La empatía puede ser cognitiva, pero también es esa cosa visceral que sentimos y que puede no ser positiva en absoluto, dependiendo de las circunstancias.

DP: En este mundo tan polarizado en el que estamos viviendo se está exacerbando esa empatía con la gente que forma parte de tu grupo. Pero eso supone que no sientes ninguna empatía con quienes están fuera, con lo cual tampoco ejerces ningún tipo de compasión. Lo estamos viendo con las divisiones políticas, con la inmigración. Toda esa gente que forma un grupo tiene mucha empatía entre sí.

NMC: Exacto. Me gusta mucho el trabajo del autor Paul Bloom, tiene un libro, un trabajo a partir de sus exploraciones, que se titula Contra la empatía donde avisa justamente de eso. Se crean esos movimientos en los que es fácil empatizar con aquellos que están cerca y además es fácil manipularlos, porque basta que a un dibujo animado o a un animal le coloques una carita para que sientas empatía hacia él, y sin embargo no sientas naca hacia personas que están lejos, que no están en tu radar, a las que no ves. Es peligroso y efectivamente se usa como arma para manipularnos con bastante frecuencia.

DP: ¿Sabemos lo que necesitamos para ser felices? Yo he leído tu libro y ya sé que la respuesta es que no, pero ¿por qué no?

NMC: Wow, No, definitivamente. Tenemos muy poco conocimiento de lo que nos hace felices a la mayoría de los de los seres humanos.

DP: Tener millones en el banco y estar en las Maldivas debajo de una palmera. ¿Eso es la felicidad?

NMC: Bueno, oye, no está mal eso, ¿no? Como dice esta frase de Woody Allen, el dinero no da la felicidad, pero ayuda. A mí me sorprende bastante lo poco que pensamos en ello, como a veces podemos dedicamos mucho más tiempo a planear unas vacaciones o a comprar un vehículo que a que hacer esa reflexión sobre lo que nos hace felices. Y, bueno, no voy a desvelar nada aquí, no hagamos spoilers.

DP: En tu libro está la clave de la felicidad, pero no se lo vamos a decir a nadie.

NMC: Exacto, hay que ir a comprarlo y ahí en la página 28, ahí está.

DP: Haciendo un poquito de spoiler, hablas de la necesidad de pasarlo mal, de aceptar que en la vida también hay cosas malas y que esa esa experiencia en realidad es imprescindible para para estar mejor, para ser un poco más felices.

NMC: Si, a mí me gusta mucho la expresión budista de “sin barro no hay loto”, porque refleja muy bien esa idea de que la flor de loto nace del barro, nace de algo sucio. La idea de que ese ese sufrimiento es el fertilizante de lo que puede surgir. Pueden surgir cosas muy bellas. Claro, nuestra mente humana solo quiere lo que le gusta, rechaza lo que le disgusta. Pero en el camino hacia una mayor conciencia, eso no es posible. Hay que abrazar lo que no nos gusta también y convertirlo, hacer esa transmutación, esa alquimia, en algo que nos va a llevar a ¿más felicidad?, no estoy segura, pero desde luego más libertad, más coherencia, más conciencia, y quizá a tener más presente la felicidad como momentos, más que algo que no va a cambiar, lo cual es imposible porque todo, todo está cambiando constantemente. Eso no nos gusta nada. Queremos que todo sea que mantenga igual cuando tenemos las buenas condiciones. Pero eso es imposible y cuando no tenemos las buenas condiciones rechazamos lo malo y queremos lo bueno.

Yo creo que lo que hay son comportamientos malos, no gente mala.

DP: La felicidad tiene también que ver con esta propiedad del cerebro de que cuando queremos algo y lo conseguimos, dejamos de quererlo. Ocurre con un montón de gente que ha luchado mucho por tener un trabajo, por tener cierta cantidad de dinero. Hay experimentos que dicen que incluso a las pocas horas de haberlo conseguido ya no sienten ningún tipo de satisfacción porque se ha convertido en su nueva normalidad.

NMC: Sí. Hace unos años tuve ocasión de entrevistar a la autora de Los mitos de la felicidad, de la psicóloga Sonia Lyubomirsky. No habla de cómo las cosas no son tan importantes como nos parecen en el momento. Que nos aproximemos a las cosas con cierta distancia, porque ni va a ser tan bueno aquello que esperamos, ni va a ser tan malo aquello que tememos. Y yo creo que merece la pena tomarse un tiempo para ir reflexionando sobre tu experiencia. ¿Qué ha pasado con eso tan maravilloso que te ha ocurrido? ¿Qué ha pasado con eso que temías tanto? Pero lo importante aquí hacer esas pausas, que yo creo que es de lo que más carecemos, para para observar con una pizca más de ecuanimidad. Más fácil decirlo que hacerlo. Esto es una práctica.

DP: Hablando de ecuanimidad, ¿la gente es mala?

NMC: Bueno, depende de quién [risas]. No, yo creo que lo que hay son comportamientos malos, no gente mala.

DP: Lo digo porque hay mucha gente que piensa que su vida sería estupenda y que serían felices si no fuera por esa gente mala que se lo está impidiendo.

NMC: Si la tentación es esa, pensar que esa gente mala me está haciendo la vida imposible. Pero lo que hay son esos comportamientos que pueden ser tremendamente nocivos, sin duda, y aquí sí que cabe hablar del entrenamiento en cultivo de la compasión. La compasión se puede ejercitar para entender mejor de dónde procede el comportamiento que hace sufrir de esa persona. A veces se ve de forma muy clara que, si esa persona estuviera bien, si esa persona fuese feliz, no haría sufrir a los demás. Se ve claro que cuando, cuando estamos bien, cuando somos felices, no hacemos sufrir a los otros. Lo puedes experimentar contigo misma, cuando estás mal es más fácil que seas también un ser molesto hacia tus congéneres.

DP: Precisamente aquí entramos en la parte de la compasión por nosotros mismos, de la autocompasión, y parece que estamos bastante cortos, en general, de autocompasión.

NMC: Sí, en Occidente seguro que sí. En otras partes del mundo no sé, pero desde luego aquí es muy común tener esa sensación de que si no me critico, si no me empujo, si no soy dura conmigo misma, no voy a salir adelante.

DP: Cuando cometemos un fallo estamos todo el tiempo diciendo “soy idiota, no valgo para nada”, etcétera.

NMC: Sí, exacto. Yo lo digo muchas veces, incluso públicamente y luego yo misma lo hago. Lo típico que te das un golpe contra el mueble de la cocina y lo primero que sale siempre es “Ay, qué imbécil soy”. Bueno, es un detalle sin importancia, pero realmente la voz con la que muchos nos hablamos, aunque no todo el mundo es así, puede ser tremendamente dura, y es una voz que no emplearíamos con las personas a las que queremos.

A mí me gusta ponerle un nombre a mi arpía interior, que se llama Margarita

Yo creo que el primer paso para tratarte mejor es ese parar y ver, “¡ostras, cómo me estoy hablando!”. Qué tono de voz estoy utilizando conmigo misma. No estoy poniéndome de mi lado para nada. Ese es el primer paso para conseguir estar de tu lado y a partir de ahí obtener ese apoyo de ti misma, que obviamente va a ser mucho más beneficioso que el látigo. Eso puede funcionar bien a corto plazo, la motivación de de la autocrítica, pero a medio plazo no va a funcionar en absoluto, porque vas a ser una persona que no está bien consigo misma.

DP: Preguntarnos quizá ¿utilizaría estas palabras y este tono con mi mejor amigo? Y si no lo utilizaríamos con nuestro mejor amigo, ¿porque nos estamos tratando así a nosotros mismos? Es una pregunta que quizá debemos hacernos más a menudo, yo incluido.

NMC: El siguiente paso es cuando te das cuenta de que te estás hablando así, y darte cuenta de que quizá te han educado así. Que vienes de un entorno en el que se te ha tratado así siempre, toda tu vida, entorno familiar, educativo, y aplicar también la compasión ahí. ¿Cómo voy a cambiar todos estos años en un en un instante? Eso no es posible. También voy a ser compasiva conmigo misma en ese momento. Veo que me estoy tratando mal, pero es normal que me trate mal cuando toda la vida he creído falsamente que a base de criticarme iba a llegar más lejos.

DP: No caer en la trampa de “soy idiota, no tengo ninguna compasión conmigo mismo”.

NMC: Exactamente.

DP: En tu libro das consejos prácticos para entrenar la compasión. Dame tres cosas que crees que funcionan mejor para desarrollar esa compasión inteligente que es la que necesitamos, hacia nosotros mismos y hacia el resto del mundo.

NMC: Bueno, a mí me encanta ponerle un nombre a mi arpía interior, que se llama Margarita. Cuando veo que está ahí criticándome, “en esta entrevista no estás diciendo todo bien, no estás utilizando las palabras adecuadas”, intento estar atenta. Ahora mismo no lo estoy, pero después, cuando acabe la entrevista, empieza a criticarme y a decir que no tenía que haberle dicho esto, que aquello otro no lo he expresado bien. Estar atenta a tu arpía y separarte un poquito de esa voz e intentar transformarla en una voz más amable contigo misma.

En relación a los demás, creo que merece la pena observar, cuando alguien te está haciendo la vida imposible, de dónde sale ese comportamiento. Entender qué está haciendo. Está siendo así, tan desagradable, probablemente porque está sufriendo. La mayoría de las veces lo ves bastante rápido y eso te ayuda a recolocar la situación y a separar el comportamiento de la persona.

En tercer lugar, creo que está muy bien utilizar prácticas de compasión, escuchar quizá algunas meditaciones o estar atento, si tienes ocasión de hacer alguna acción compasiva. Compasión en acción. Ver lo bien que te sientes, lo bien que sienta, por ti mismo. Uno se siente mejor, se desvincula de su ego, se abren las puertas de la mente. La compasión puede ser un regulador emocional bastante potente, entre otras cosas porque nos separa de la de la red neuronal por defecto, esa que está constantemente comparando, evaluando, comparando, evaluando. Yo, yo, yo, yo. Así que sienta bien ser compasivo o incluso escuchar una meditación de compasión.

DP: Hablas también de escribir, o de hacer ejercicios de respiración. Al final estamos hablando de pararnos un momento, dejar que esa esa voz interior, se aburra de hablar sola, y no hacerle caso.

NMC: Parar siempre es el primer paso. Es lo que no hacemos y cada vez parece más difícil. A mí me encanta escribir, no creo que sea una receta mágica para para todo el mundo, pero a mí me funciona. Merece la pena que la actividad que sea que a ti te vaya bien, imbuirla de significado, abrazarlo y atesorarlo. Ese momento de parar, de observarte, de separarte de la voz de tu arpía, como sea que se llame tu arpía, dándote la murga. Creo que cada uno tiene que encontrar esos espacios a su medida. Ni la meditación funciona para todo el mundo, ni el yoga, que yo practico, creo que sea para todo el mundo. Pero es importante crear ese ese refugio a la medida de cada uno.

Darío Pescador

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