El coche que conduciremos en 2030 será eléctrico, totalmente conectado y autónomo cuando el conductor lo desee –avanza Ivan Segal–. Se conectará con todos los elementos internos del coche y también con Internet y con su entorno. El 40 o el 50% de los nuevos automóviles que se vendan dentro de un par de décadas serán eléctricos, especialmente en el centro de las ciudades grandes. En este momento tendremos el último nivel de autonomía, habrá robo-taxis que trasladen viajeros de un punto a otro…
Habla usted de una profunda transformación
Sí, pero todo dependerá de las infraestructuras de conectividad de la ciudad y de la parte jurídica y legal. La sociedad tendrá que cambiar normas y leyes para definir la culpabilidad en caso de accidente en este nuevo contexto. ¿De quién es la responsabilidad de un vehículo autónomo? ¿Del constructor, de la persona que ha reservado el coche, del que ha tenido accidente?
¿Quien debe liderar y promover esos cambios legales?
Es complicado. Los políticos deben dar forma legal al uso y de todas estas tecnologías, pero también los constructores tienen que formar parte del proceso porque son los que saben cómo funciona esa tecnología.
¿Habrá suficiente litio y cobalto para fabricar todas las baterías que necesitan los coches eléctricos?
Estamos en la primera fase de generación de baterías. Puede que si miramos a 15 o 20 años falte o escasee alguno de estos elementos. Por eso ya se están estudiando otras soluciones como la recarga por inducción. Pero no es la única. También se está trabajando en materiales sólidos que puedan abrir la puerta a una nueva generación de baterías que no tengan su supervivencia condicionada a la disponibilidad de unos recursos determinados. Carlos Goshn, presidente del grupo, ya ha anunciado un fondo de 1.000 millones de dólares para estudiar soluciones a ese triángulo de energía, conectividad y autonomía. Ya estamos trabajando en términos de sostenibilidad porque los coches eléctricos no son una solución definitiva de aquí a 50 años. Hay muchas otras alternativas.
El reciclaje de las baterías es otro de los grandes retos
Estamos utilizando las obsoletas, las que daban menos autonomía que los 400 km que ofrecemos en la actualidad, para dar energía a otros elementos. Les damos una segunda vida. Tenemos un proyecto en la isla portuguesa de Funchal para recargar con ellas, en lugar de con postes, un parque de cien automóviles eléctricos que hemos instalado allí. Es decir, se usan como acumuladores de energía porque tienen la posibilidad de almacenar electricidad. Los coches autónomos, por ejemplo, serán fundamentalmente eléctricos y se convertirán en una prolongación de la casa. En el domicilio se recargarán por inducción. Hasta ahí todo normal, pero por la noche podrán devolver electricidad de la casa o viceversa. El garaje, por tanto, se convertirá en un espacio inteligente de carga o descarga de electricidad en función de las tarifas eléctricas. Es decir, a lo mejor el precio de la electricidad es muy alto cuando queramos encender el horno. Es en ese momento cuando el sistema tirará de la energía que está almacenada en el coche y que ha conseguido a un precio más barato.
¿Quiere eso decir que recurriremos cada vez menos al petróleo?
Los constructores no serán quienes marquen la evolución de la dependencia del petróleo, sino la sociedad. Son los consumidores los que determinan la tendencia que debemos seguir los fabricantes y los gobiernos. Pero lo cierto es que el día de mañana no va a haber suficientes recursos del petróleo. Hay que buscar otras soluciones y para conseguirlo gastaremos mucho dinero. De todas maneras, los motores de combustión todavía pueden mejorarse. La media del parque de automóviles en España es de 14 años. Los coches que se fabrican ahora son mucho mejores en cuanto a contaminación que los que se producían hace 14 años, no sólo en CO2, sino también en NOx. La mejora es posible, pero llegará un momento en que para conseguir esta reducción de emisiones que la sociedad y los gobiernos piden, la inversión sea tan alta que el precio final del coche se vea muy penalizado. Es entonces cuando el coche eléctrico empezará a ser más interesante que los de combustión. Entre uno y otro habrá una fase de transición lenta. Hay países como Noruega donde el 25 al 30% de las ventas ya son de vehículos eléctricos. Pero alcanzar un 80% de vehículos eléctricos circulando en las ciudades será una tarea a largo plazo. Muy probablmente para ver ese escenario tendrán que pasar 40 o 50 años. Durante ese tiempo también aparecerán otras tecnologías. Hay quien habla del hidrógeno, pero para nosotros de momento no es la solución número uno. En Europa seguirá habiendo durante mucho tiempo motores de gasolina, pero mucho más limpios que los que conocemos. Lo mismo pasará con el diésel. Ahora mismo hay discursos muy alarmistas, pero nuestra sociedad no puede hacer rupturas tan fuertes y cambiarlo todo de una manera tan dramática. Es necesario mucho más tiempo para la transición. Cien años es poco en la historia de la humanidad.
La autonomía de los eléctricos es uno de sus grandes handicaps
Antes de 2030 veremos vehículos eléctricos con autonomías de 600 km. ¿Qué aporta que puedan alcanzar un poco más, del orden de 700 u 800 km? Yo creo que el reto no es intentar aumentar ese rango, sino tener un punto de suministro rápido en ese momento para poder recargar el coche rápidamente. Una persona no hace un viaje de 1.000 km sin parar. Por eso nuestro objetivo es que haya puntos de recarga rápidos y alcanzar los 600 km de autonomía sin que las baterías aumenten del tamaño o incluso reduciéndolas.
El coche autónomo va a liberar al usuario de muchas horas dedicadas a conducir.
Los vehículos van a ser la prolongación del domicilio. Si yo estoy mirando el teléfono o la tablet en casa, puedo seguir viendo esa información en los dispositivos del coche. Los automóviles van a ser un espacio de ocio donde se podrá seguir la serie que se estaba viendo en el sofá; los hijos podrán continuarán con el videojuego que habían iniciado en su cuarto… Todo sin necesidad de hacer una conexión extra, porque todo estará en red. Cada uno mantendrá la actividad que estaba llevando. El sistema, además, hará ofertas personalizadas en función de los gustos de cada uno.
Qué valoración hace de su experiencia de car sharing en Madrid
Nosotros tenemos los datos de la competencia, más los nuestros. Eso nos permite, gracias al Big Data, saber los flujos de movimiento de los clientes. Conocemos la actividad por barrios, calles, etc. Procesando toda esa información somos capaces de optimizar la flota y llegar al cliente una forma rápida. Por ejemplo, si un usuario utiliza cada día el servicio a la misma hora y el mismo sitio, podremos tener un coche cerca de donde esté para satisfacer sus necesidades. En el futuro, todo esto se podrá también aplicar a otros ámbitos. Ahora, por ejemplo, los taxis esperan en una parada. Mañana, no tendrán conductor y sabrán dónde ponerse para atender los flujos de la demanda. No tendrán que estar parados o circulando sin saber dónde ir, sino que podrán acudir de antemano a un partido del Real Madrid, a una gran concentración o donde sean necesarios.
¿Cómo van a ser las ciudades en las que viviremos?
Cada vez mayores. Madrid va a crecer, también lo va hacer Barcelona. Los pequeños núcleos urbanos perderán población. Es un fenómeno mundial y hay que saber prever todos estos cambios. Las ciudades van a estar todas conectadas. Va a haber soluciones para cargar el coche por inducción en aquellos lugares donde los coches previsiblemente tengan que parar, como son los semáforos. Naturalmente, todo eso se facturará. Todos los coches estarán conectados con la DGT, que podrá canalizar también los flujos de vehículos y cualquier elemento del tráfico. La ciudad misma optimizará el tráfico gracias al Big Data y los seres humanos podrán utilizar su tiempo de viaje para trabajar, entretenerse o echar una última cabeza antes de llegar al punto de destino. Los coches ya no serán un sitio donde perder tiempo, sino lugares donde aprovecharlo. En ellos conectaremos con otras personas, veremos películas o sencillamente descansaremos. Los ayuntamientos tienen antes sí un gran desafío.
¿Pueden socavar las ventas de automóviles los nuevos modelos de negocio?
España es un lugar donde la gente apuesta mucho por la propiedad, mucho más que en otros países de Europa. De todas maneras, yo creo que este modelo de adquisición va a disminuir mucho. Habrá una transición hacia el uso compartido. En la actualidad, el 60% de las personas que utilizan los servicios de car sharing en Madrid tienen automóvil propio para hacer viajes largos. Mañana, probablemente también recurran a otras opciones como el robot taxi porque estarán integrados en la ciudad perfectamente. El modelo de negocio a medio y largo plazo cambiará y las marcas ofreceremos también servicios. Renault ya está en contacto con socios tecnológicos para facilitar contenido mediático a bordo. Esta es sólo una posibilidad, pero hay otras como la financiación de los coches, la actualización del software del GPS… hay muchas cosas relacionadas con el coche podremos vender.
Marta García Fernández
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