Odd Sense, el cortometraje de temática robótica que esta semana propone Ricardo Domínguez, director del ROS Film Festival, trata, al fin y al cabo, de las dificultades del amor
Un robot doméstico avanzado y un reloj de pared, a priori, parece que están abocados al fracaso en un idilio sentimental… O no.
Cuando al comprar un coche 100% autónomo, en el set-up inicial nos pregunten: en caso de accidente, el vehículo ha de priorizar su vida o la de un peatón. ¿Qué le responderemos?
Interesante planteamiento el de Odd Sense, un cortometraje que indaga en las relaciones que tendremos en el futuro con la Inteligencia Artificial. Hemos hablado con su director, Rodrigo Díaz.
¿Cómo llega un robot hasta poder enamorarse? El cortometraje hace un homenaje a Isaac Asimov. El robot doméstico se lee la obra de Asimov y eso le hace evolucionar hasta que es capaz de pensar por sí mismo y, bueno, enamorarse.
Rodrigo forma parte de los muchos amantes de la robótica que hacen cábalas sobre la ética que plantea el desarrollo de la Inteligencia Artificial. «La IA nos va a llevar a hacernos planteamientos morales muy importantes. Imagino que no en mucho tiempo cuando al comprar un coche 100% autónomo, en el set-up inicial nos pregunten: en caso de accidente, el vehículo ha de priorizar su vida o la de un peatón. ¿Qué le responderemos?».
«Mi madre fue artista plástica y yo estudié diseño, pero la vida me llevó a dedicarme a cosas que están un poco lejos de la creatividad, por otro lado el cine siempre fue una pasión y era una deuda que tenía conmigo mismo, quería saber si sería capaz de hacer al menos un corto», explica a QUO.es Rodrígo Díaz, director de Odd Sense, el cortometraje de
ROS Film Festival.
¿El amor humano es más auténtico de lo que cree sentir un robot?
«Rondaban en mi cabeza pensamientos acerca de los límites de la IA, y la idea del corto surgió de una hipotética situación de un robot doméstico en una discusión intelectual con su dueño. El robot le explicaba que estaba enamorado del reloj, y he aquí el punto clave de Odd Sense. Lo inquietante es que el dueño del robot se daba cuenta de que no era capaz de dar un argumento consistente de por qué el amor humano era más «auténtico» del que creía sentir el robot», explica Rodrigo.
Teníamos poco presupuesto, pero mucha pasión
Esa fue la semilla del corto. «Evidentemente la idea fue muuuuuuy simplificada, sobre todo por una cuestión de limitación de recursos, puesto que es un corto indie, pero de los de verdad. Únicamente participamos Raquel Cabañas para la música, Estibalitz García de Salazar y yo, encargndonos de guión, producción, filmación, edición, etc.», añade Rodrigo.
Por si os interesa,
aquí podéis ver un making off del rodaje.