Con la fiebre por correr, muchos runners optan por las fibras sintéticas, que se empapan con el sudor, pero a cambio huelen mucho peor que las de algodón
Si seguimos el consejo de aficionados a correr, las camisetas de algodón son para principiantes. Si durante la desescalada has visto a alguien corriendo con una camiseta de “Desatascos Pérez” o “Ibiza 2003” enseguida los puedes identificar como principiantes, pero no por las inscripciones, sino por llevar camisetas de algodón.
El algodón es un tejido hidrófilo, esto quiere decir que absorbe la humedad. Cuando sudas durante la carrera, la camiseta se empapa y terminas con grandes manchas de sudor en las axilas, barriga y cualquier zona en contacto con el tejido.
En cambio, quienes llevan más tiempo en esto de correr llevan camisetas sintéticas hechas de unas fibras que parecen sacadas de una película de ciencia ficción, con nombres como “dri fit”, “coolmax” o “climacool”. La promesa es que el sudor no se queda en la camiseta, sino que sale de ella y se evapora, dándote un aspecto impecable mientras corres.
Funciona, pero hay que pagar un precio: la camiseta apesta, mucho más que la de algodón. ¿Por qué?
El sudor es mayoritariamente agua, pero también contiene aceites, en concreto ácidos grasos de cadena larga, que al contrario que el agua, no se evaporan. Precisamente estos aceites son el alimento favorito de las bacterias que provocan el mal olor.
El sudor por sí mismo no tiene olor, pero cuando las bacterias descomponen los ácidos grasos se producen compuestos sulfurosos, que son los que huelen mal. El algodón retiene el agua del sudor, junto los ácidos grasos y las bacterias, lo que quiere decir que hay menos evaporación. Sin embargo, las fibras artificiales son lipfilas, es decir, repelen la humedad pero atraen los aceites. Precisamente esos que las bacterias descomponen con resultados apestosos.
El investigador belga Chris Callewaert ha publicado varios estudios sobre el olor corporal, lo que le ha valido el sobrenombre de Dr. Armpit (doctor sobaco). En un estudio de 2014 pudo comprobar que las bacterias que causan el mal olor son del género Micrococci, y que se reproducen muy bien sobre el poliéster y muy mal sobre el algodón.
Para colmo, las fibras que repelen la humedad del sudor también repelen el agua de la lavadora, haciendo mucho más difícil eliminar los malos olores con el lavado normal. La lana es resistente a los olores de forma natural, y ya hay empresas que están fabricando camisetas con ella.
Otros fabricantes están empezando a fabricar tejidos con nanopartículas de plata o carbón activado o recubrimientos que son bactericidas y previenen el mal olor. Pero si compras tu (muy cara) ropa deportiva de los fabricantes habituales, es muy probable que termines tu sesión de ejercicio apestando.
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