Sí, existen. Einstein tenía razón. David Reitze, director ejecutivo del Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO) acaba de anunciar en rueda de prensa que, por primera vez en la Historia, hemos detectado la señal de ondas gravitacionales. Estas estuvieron provocadas por la colisión de dos agujeros negros masivos que tuvo lugar a mil años luz de distancia hace 1.300 millones de años, aproximadamente en la zona de la galaxia Nube de Magallanes.
Por si la confirmación fuera poco, la señal –recibida el 14 de septiembre de 2015– corresponde exactamente a la que había descrito Einstein como derivada de una colisión similar, como puede observarse en esta comparación de la real (izquierda) y la que predecía la relatividad general (derecha):
[image id=»77514″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]El descubrimiento prueba también que los agujeros negros “reales” se corresponden con la idea que el genial físico tenía de ellos. A partir de esta “minúscula” señal han deducido que los agujeros tenían unas masas respectivas de 39 y 26 masas solares. Su choque dio lugar a un nuevo agujero de 61 masas solares. Las tres restantes se liberaron al universo en forma de ondas gravitacionales.
Reitze ha manifestado que esta “es la primera vez que el Universo nos ha hablado y hemos sido capaces de escucharlo”, pero lo más interesante aún está por llegar. Esta nueva capacidad de detectar un fenómeno cósmico puede abrirnos la puerta a confirmar muchos otros de los que tenemos un conocimiento teórico y seguramente otros que ni siquiera sospechamos.
Pilar Gil Villar