La empresa Johnson&Johnson ha perdido una vez más la batalla. Si hace un año era condenada a pagar cerca de 400 millones de euros a una mujer con cáncer de ovario en fase terminal que usó de manera regular los polvos de talco de esta compañía. Ahora, un tribunal de EEUU da la razón a otras 21 mujeres y sus familias, las cuales se han visto afectadas por los productos cancerígenos asociados a los polvos de talco que comercializaba la marca. Ya en su momento, la sentencia señalaba que la empresa, aun a sabiendas de las investigaciones existentes, no avisó del riesgo de cáncer de este producto. Pero, ¿es el talco realmente cancerígeno?
“Los metaanálisis más recientes indican que sí hay un aumento del riesgo en aquellas pacientes que han usado talco en algún momento de su vida. Esto en números se traduce en aumento del 20 o 30% del riesgo de cáncer de ovario”, señala el doctor José María del Campo, oncólogo en el hospital Vall d´Hebron y portavoz de la Sociedad Española de Oncología Médica.
[image id=»97457″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]El doctor del Campo hace especial referencia a un estudio del año 2013 que repasa ocho investigaciones con un total de 18.000 pacientes. A partir del análisis de esos datos, los autores, pertenecientes a universidades de primer nivel como Yale o Harvard concluyen que, efectivamente, se puede atribuir al uso del talco un incremento del 20-30% en el riesgo de cáncer de ovario.
Otro metaanálisis publicado en julio de 2017 también llega a conclusiones similares. Este ‘estudio de estudios’ repasa 22 investigaciones y concluye que el riesgo de cáncer de ovario se incrementa en un 22% en las personas que usaron en algún momento talco en la zona genital.
La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) incluye el talco en el grupo 2B, en el que se engloban las sustancias ‘posiblemente cancerígenas para humanos’. En esta categoría se encuentran sustancias con evidencia limitada y sobre las que hace falta más investigación para llegar a conclusiones sólidas. Cabe señalar que el último informe de la IARC sobre el talco data del año 2010 y es previo a la publicación de los últimos metaanálisis sobre esta sustancia.
Aún queda mucho por descubrir
[image id=»97458″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]No se sabe, por ejemplo, cómo podría actuar para aumentar el riesgo de tumores de ovario, reconoce el doctor del Campo. “Es evidente que se supone que penetra vía vaginal y provoca algunos cambios inflamatorios que a la larga pueden provocar un cambio en algún gen”, señala. Este especialista en oncología también apunta que en las muestras de tejidos que se han analizado se ha encontrado talco en el ovario, aunque éste puede llegar por vía inhalada hasta los órganos genitales.
Además, los estudios en que se basan los metaanálisis no son perfectos. “La afirmación puede ser discutible porque los estudios son antiguos, la población es heterogénea y no hay datos sobre la cantidad de talco usada. Son estudios que hay que poner en contexto de uso de hace años”, apunta del Campo, que también subraya que en España no ha encontrado un patrón tan importante de uso de talco en la zona genital femenina como parece que sí ocurre en Estados Unidos.
A pesar de que la evidencia global parece inclinarse más hacia la posibilidad de que el talco pueda aumentar el riesgo de cáncer también existen estudios que no han encontrado esa relación. Por ejemplo, los resultados de otro metaanálisis del año 2013 indicaron un riesgo aumentado en un 33% pero los autores asociaron estas cifras a la existencia de sesgos y concluyeron que los datos que encontraron no apoyaban la hipótesis de que el talco aumentara el riesgo de cáncer de ovario.
Otra investigación también repasó varios estudios en que se analizaba la influencia del talco presente en los diafragmas y tampoco encontró diferencias estadísticamente significativas que indicaran riesgo de cáncer.
Pese a la existencia de cierta cantidad de datos controvertidos, el doctor del Campo “lo más recomendable sería no utilizar el talco en la zona genital. Digamos que hay más datos científicos a favor que en contra”, reconoce.
Redacción QUO