Los dayaks o dayacos siempre han destacado por su ferocidad. Estos nativos de la isla de Borneo, en el territorio de la actual Indonesia, fueron temibles guerreros que se caracterizaban por su costumbre ritual de cortar las cabezas de sus víctimas para guardar los cráneos como trofeos. Durante la época colonial, el rajá británico James Brooke libró contra ellos una guerra sin cuartel, pero los dayacos fueron capaces de sobrevivir a la ofensiva de los occidentales.
El escritor Emilio Salgari los introdujo en varias de las novelas protagonizadas por Sandokán. Y, posteriormente, en los años de la II Guerra Mundial el gobierno británico consiguió firmar con ellos una alianza para luchar juntos contra las tropas japonesas invasoras. Y los dayaks demostraron una vez más ser una fuerza ofensiva temible.
Y, aún hoy en día, conviene no enfurecerles demasiado. Prueba de ello es que en 1997 protagonizaron un conflicto con poblaciones de colonos procedentes de Malasia que acabó de forma trágica, ya que varias decenas de guerreros dayacos atacaron su asentamientos y los mataron a todos, incluidos mujeres y niños de corta edad.
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