Hoy ha comenzado el SIMO, el Salon de la Tecnología para la Enseñanza, en Madrid. Y lo hace bajo el lema de «Innovar en Educación para transformar el mundo».
Pero, ¿de verdad existe, aquí y ahora, la posibilidad de innovar en educación? ¿De cambiar el mundo? ¿Cuantas escuelas en nuestro país tienen acceso a la tecnología que se exhibe en el SIMO? La realidad es que hay una en particular a la que pueden acceder todas. Y ahora mismo.
España es uno de los primeros países a nivel mundial en el que ha comenzado a usarse una tecnología capaz de medir, mediante una banda en la cabeza, el nivel de atención y concentración de los estudiantes. Y responder al instante. Se trata de FocusEdu y para comprender qué hace, hablamos con Emilio Torres, el embajador español ante el Parlamento Mundial de Educación y director Pedagógico de Progrentis. Esta empresa ha puesto en marcha, junto a BrianCo (un emprendimiento de Max Newlon y Wasifa Jamal, expertos en educación de Harvard) un proyecto educativo que ya está en marcha en colegios chinos y estadounidenses y ahora ha llegado a nuestro país.
“ Las escuelas siguen trabajando de un modo tradicional donde se le pide a los alumnos que procesen la información mediante la memoria, eso hace que el alumno sea espectador de un adulto mirando una pizarra – nos explica Torres en una entrevista –. Nuestro objetivo es que sean protagonistas de la resolución del problema, en lugar de solo procesar la información. Que sepan utilizarla. Se trata de una banda muy simple, ergonómica y segura. Cada alumno nos aporta 1.500 datos diferentes en apenas una hora”.
Wasifa Jamal, con quien también tuvimos la oportunidad de hablar mientras visitaba España, nos ha explicado en mayor profundidad cómo funciona esta diadema. “Cuenta con tres receptores que reciben las ondas beta, alfa y theta. La información se procesa con un algoritmo que la Nasa diseñó para medir el nivel de concentración de los astronautas. Cuánto más atentos estemos ante un proceso de aprendizaje, mejor será este. Al mismo tiempo, los profesores pueden medir en tiempo real cuan atento está cada alumno en cada momento”.
El sistema tiene enormes ventajas. Por ejemplo, los expertos han descubierto las horas de mayor capacidad de concentración. Esto permite realizar modificaciones en el horario de las clases, comprender cuál es el momento para que la educación sea más productiva y presentarle a los alumnos el desafío adecuado en el momento preciso. No es lo mismo la primera hora de un lunes que la de un viernes y es muy diferente que la primera hora después de comer. Por si fuera poco, todo el sistema está conectado para que lo que se aprendió en China se pueda aplicar en alumnos españoles y, si hay diferencias, evaluar por qué. También existe la posibilidad de realizar comparativas entre diferentes regiones de un mismo país.
Para Newlon esto es fundamental. “La posibilidad de trabajar con más de 5.000 alumnos españoles en los próximos meses nos dará la posibilidad de mejorar el algoritmo. El profesor tiene un tablero en el que ve los promedios de las clases y de cada alumno y luego se realizan informes de cada uno de ellos para ver cómo evoluciona su atención a lo largo del día y del tiempo”.
Por ahora la diadema diseñada en conjunto por BrainCo y Progrentis solo la pueden usar estudiantes a partir de los 8 años. Pero el rango se ampliará. En este sentido las dificultades son numerosas ya que el cerebro de los menores de 10 años es diferente al de los mayores de 15.
“Es cierto – nos confiesa Jamal –, las ondas no son iguales en adolescentes y en niños pequeños, pero el algoritmo que hemos diseñado a partir del de la Nasa, se adapta a los diferentes grupos de edad y es capaz de darnos resultados sobre la atención. Por ahora solo podemos determinar el interés y mediante el software diseñado por Progrentis se dan consejos en tiempo real para resolver cuestiones de falta de interés. El objetivo es que en breve podamos también determinar otras variables”.
La idea de los responsables de esta tecnología es que en unos pocos años esté disponible no solo para las escuelas, sino también en el hogar. La diadema puede ser una ayuda tanto para adultos como para niños. Por ejemplo, hay juegos de neurofeedback, como un coche que solo va rápido si el cerebro se concentra. El propósito es que la concentración es un músculo y tiene que ser entrenado.
“Les enseñamos a concentrarse y a relajarse y cada vez se logra entrar más fácilmente en ambos estados – añade Torres –. De hecho la banda envía señales si nos estamos dispersando. Lo que buscamos es resaltar que cada niño es diferente, yendo en contra de la educación estandarizada que acosa a los que se muestran más lentos a aprender ciertas asignaturas y ralentiza a los más ágiles. Lo que señalamos es que no todos los niños aprenden de la misma manera. Estamos fallando en algo fundamental: se enseña a pensar como el profesor para aprobar, se enseña a aprobar y no a pensar”.
Por ahora el sistema se implementará en escuelas que se presenten como voluntarias, cualquier escuela de España se puede inscribir para formar parte del proyecto. A partir de enero comenzará la convocatoria para inscribirse de forma gratuita. Cada escuela aportará entre 10 y 20 alumnos.
¿Qué ocurrirá cuando FocusEdu esté disponible para uso personalizado?
Es posible espiar un atisbo de el impacto que tendrá analizando a Promir. Esta iniciativa comprende el primer Entorno Virtual de Aprendizaje basado en la Inteligencia Artificial. Su objetivo es ayudar a los estudiantes del MIR (Médico Interno Residente, un examen exigido a médicos, españoles o extranjeros, para acceder a una plaza de especialista). Se trata de uno de los exámenes más duros de la carrera y exige mucho tiempo y constancia.
Promir es una combinación de inteligencia artificial y profesores a distancia que evalúan cómo aprende cada alumno y permite crear programas personalizados, pero de verdad. Gracias a ello detecta los puntos débiles y refuerza su aprendizaje…o le dice que debe abandonar una asignatura por el “bien común”.
Para comprender un poco más cómo funciona Promir y qué impacto puede tener fuera del ámbito de la salud, hablamos en exclusiva con Ignacio Ferro, director tecnológico de Promir.
“La formación digital en España está un poco por detrás de los estándares en Estados Unidos. Como alumnos estamos preparados. El nivel de adopción de las tecnologías es muy superior a la de los docentes. Claro que esto implica muchas adaptaciones: la potencia de los estímulos en clase por ejemplo, no es la misma en clase que en la vida. Los estudiantes consumen contenido muy diferente en ambas situaciones. En las aulas el contenido es más tradicional y eso se nota mucho en la diferencia a la hora de aprender”.
La tecnología implementada por Promir se basa en tres tipos de IA diferentes. La primera se encarga de adaptar los contenidos y los textos a cada alumno, esto permite actualizar de forma constante y en tiempo real, algo fundamental en medicina, donde los avances son diarios.
La segunda IA se encarga de seleccionar las preguntas adecuadas para cada estudiante: algunos necesitan profundizar más en ciertos puntos y tienen otros muy bien aprendido.
Y la tercera es la que programa el calendario dependiendo de la capacidad de absorción de cada alumno.
“Cada persona es única y tiene una forma de aprender única – agrega Ferro en conversación telefónica –, algunos incorporan mejor nuevos contenidos con ejercicios, otros con vídeos y el sistema aprende de esto para dar la mejor opción. Pero hay algo más: una cosa es aprender medicina y otra aprobar el examen. Si una asignatura no es muy importante y toma mucho tiempo, el sistema selecciona que no es rentable seguir con esa información y sugiere profundizar en asignaturas más importantes. El sistema también aprende de la efectividad de otros usuarios”.
De acuerdo con Ferro, la tecnología se puede aplicar a otras profesiones, sobre todo a aquellas vinculadas con las ramas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), debido a su constante ritmo de actualizaciones.
La neuroeducación es la puerta no solo hacia una educación más avanzada y personalizada, sino hacia otros tipos de relaciones. “Vamos a tener que aprender a coordinarnos con las máquinas pensantes – concluye Ferro – y a intercambiar información en una nueva sinápsis entre inteligencia humana y artificial”.