Las estrellas pueden ser de tipo M, K, G, F, A, B y O. Las de tipo M son las más pequeñas y frías, mientras que las de tipo O se distinguen por ser las más grandes y calientes.
El Sol es una estrella de tipo G, que no es el más habitual. De hecho, tres cuartas partes de todas estas grandes bolas de fuego son de tipo M, y solo el 5% de los astros que se conocen en nuestro vecindario cósmico son más calientes y brillantes que el que nos alumbra.