Congelar el vino hace que la bebida pierda propiedades, pero esto sucede sobre todo cuando es un tinto de elaboración larga. Las cualidades de los blancos y de los vinos jóvenes soportan mejor el proceso, y pueden volver a la vida sin apenas cambios perceptibles. Cuando se descongelan, puede suceder que se formen posos: son los tartratos, unos elementos químicos responsables de ciertos aromas y matices del caldo.