La migración desde Europa Central transformó la composición genética de los españoles durante la Edad de Bronce, según revela un estudio después de analizar los restos de ADN de 271 individuos que vivieron entre los años 6000 a.C. y 1600 d.C.
Del estudio genético se desprende que entre los movimientos y migraciones destaca la llegada de un grupo procedente del este de Europa alrededor del año 2.000 a.C. que tuvo un gran impacto y reemplazó casi al 100% de la población masculina local. Los linajes paternos anteriores a esa migración desaparecieron, según esta investigación, publicada en Science. La población actual tendría así una clara ascendencia de esas tribus que llegaron de una zona próxima al Cáucaso.
Atracción caucásica
No hay evidencia de violencia generalizada de este pueblo cuando llegó a la Península, por lo que los científicos sugieren que esta huella genética tan clara se podría deber a que las mujeres ibéricas locales prefirieron a los recién llegados de Europa central, y uno de los motivos podría encontrarse en la fuerte estratificación social que tenían. En la actualidad, los españoles tenemos un 20% de genes de este pueblo.
El proceso fue complejo, indica Íñigo Olalde, investigador de la Harvard Medical School y coautor de este trabajo, pero las técnicas de estudio de ADN antiguo se han convertido en una herramienta valiosa para analizar en los restos óseos la relación biológica entre poblaciones diferentes.
El estudio aporta nuevos datos sobre los dos cuerpos encontrados en la cueva de La Braña-Arintero, al norte de León, en 2014. El genoma de uno de ellos permitió que fuese calificado como primer europeo, con 7.000 años de antigüedad, y ahora se confirma que el segundo era su hermano. Además, su comparación con el ADN de otros pobladores de la Península Ibérica desvela diferentes orígenes. “En el norte parece que tenían ancestros más recientes de fuera y relacionados con el centro de Europa”, indica Olalde.
La mayor parte de los firmantes del artículo son arqueólogos con importantes trabajos anteriores. El objetivo era conocer la sociedad de esa época a partir de enterramientos y del contexto arqueológico. Determinando el sexo de los individuos, su parentesco y el origen local o foráneo se puede empezar a perfilar la composición social, la organización familiar y los fenómenos migratorios.
Más sobre la genética vasca
El estudio del genoma de una gran cantidad de individuos habitantes de la Península Ibérica a lo largo de 8.000 años es de gran interés también para historiadores y prehistoriadores debido al impacto de fenómenos como la migración o la persistencia de poblaciones.
Entre los resultados destaca que la genética de los vascos apenas ha cambiado en los últimos 3.000 años, desde la Edad de Hierro. Esta conclusión refuta algunas teorías que apuntaban que eran descendientes de cazadores mesolíticos o de los primeros agricultores que vivieron en la Península. Además, no presentan influencias genéticas de migraciones posteriores, como la de los romanos, los griegos o los musulmanes, lo que evidencia su aislamiento de estas culturas a su llegada a la Península.