Esta semana se han presentado los resultados del estudio sobre gemelos de la NASA. Dicho informe ha analizado de qué modo los vuelos espaciales afectan nuestro organismo comparando a los gemelos idénticos, Scott y Mark Kelly. Scott Kelly estuvo a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) durante 342 días entre 2015 y 2016, mientras que su hermano gemelo, Mark Kelly, permaneció en la Tierra.
El estudio fue realizado por 10 equipos de investigadores que analizaron varias áreas, desde la genética, hasta la flora intestinal.
Telómeros: básicamente esta región de nuestro ADN protege nuestros cromosomas de la degradación. Su longitud tiende a disminuir a medida que envejecemos. Factores como el estilo de vida, el estrés y las exposiciones ambientales también pueden afectar la velocidad de degradación. Scott experimentó un cambio notorio en la dinámica de los telómeros durante el vuelo espacial. Los resultados aportarán una mejor comprensión tanto del proceso de envejecimiento, como de los posibles riesgos a largo plazo de los viajes espaciales.
Sistema inmune: Scott recibió tres vacunas contra la gripe, cada una con un año de diferencia; primero en la Tierra, segundo en el espacio (la primera vez que un astronauta recibió una vacuna mientras estaba en el espacio) y la última a su regreso. Los resultados mostraron que el cuerpo de Scott reaccionó apropiadamente a la vacuna. Este es un hallazgo significativo porque permite a la NASA tener una mayor confianza en que el sistema inmunológico responde adecuadamente en el espacio, en caso de que se necesite una vacuna, durante misiones de larga duración.
Expresión génica: las muestras tomadas antes, durante y después de la misión de Scott en el espacio revelaron algunos cambios en la expresión génica. La mayoría de estos cambios (aproximadamente el 91.3%) volvieron a la línea de base después de su regreso; sin embargo, un pequeño subconjunto persistió después de seis meses. Se cree que algunos daños observados en el ADN son el resultado de la exposición a la radiación. Estos hallazgos demuestran que el cuerpo humano puede adaptarse al entorno extremo del espacio en ciertas circunstancias.
Cognición: con pocas excepciones, el rendimiento cognitivo de Scott (el estado de alerta mental, la orientación espacial o el reconocimiento de las emociones) se mantuvo prácticamente sin cambios durante su tiempo en el espacio y en relación con Mark en el suelo. Esto es importante ya que sugiere que los astronautas pueden mantener altos niveles de rendimiento cognitivo durante estancias prolongadas en el espacio.
Fisiología: Scott experimentó una disminución de un 7% de su masa corporal. Es probable que esto se deba al aumento del ejercicio y la nutrición controlada durante su misión, pero también a que consumió alrededor de un 30% menos de calorías de lo que los investigadores anticiparon.
Microbioma: la variedad de la flora intestinal se asocia generalmente con una buena salud. La flora intestinal de Scott cambio notoriamente durante su estancia en el espacio. Esto podría deberse a los alimentos que consumió mientras estaba en la ISS (principalmente alimentos preenvasados liofilizados o termoestabilizados), aunque también pueden haber contribuido otros factores ambientales específicos del espacio. Cuando volvió a aterrizar en la Tierra, el microbioma de Scott volvió al estado antes del vuelo.
Corazón: “También se han observado cambios cardiovasculares similares a la aterosclerosis en los astronautas después de un vuelo de larga duración – señalan los autores en uno de los estudios publicados en Science –. Los problemas cardiovasculares son los principales obstáculos fisiológicos que la Nasa quiere abordar antes de que los astronautas puedan embarcarse en misiones más largas de vuelo espacial, como la misión propuesta a Marte en 2030”.