De acuerdo con un reciente estudio, publicado en Scientific Reports, hacer más ejercicio de lo normal (o ser más sedentario de lo recomendado) durante apenas un día puede ser suficiente para afectar el sueño esa noche.
Los autores, liderados por Orfeu Buxton y Lindsay Master, descubrieron que cuando los adolescentes hacían más actividad física de la que solían hacer, se dormían antes, dormían más y dormían mejor esa noche.
Específicamente, el equipo descubrió que por cada hora adicional de actividad física moderada a vigorosa, los adolescentes se quedaban dormidos 18 minutos antes, dormían 10 minutos más y tenían una eficiencia en el mantenimiento del sueño mayor esa noche.
«La adolescencia es un período crítico para obtener un sueño adecuado – explica Master –, ya que el sueño puede afectar el rendimiento cognitivo, el estrés y las conductas alimentarias. . Nuestra investigación sugiere que alentar a los adolescentes a pasar más tiempo haciendo ejercicio durante el día puede ayudar a su salud”.
En contraste, los investigadores también encontraron que ser más sedentarios durante el día estaba asociado con una peor rutina del sueño. Cuando los participantes no realizaban ninguna actividad física, se quedaban hasta más tarde, dormían menos y les costaba más conciliar el sueño.
“Se puede pensar en estas relaciones, entre la actividad física y el sueño, casi como en un balancín – concluye Buxton – .Cuáno más ejercicio hacemos, antes comenzamos a tener sueño, este dura más y es más eficiente. Mientras que si pasamos más tiempo inactivos, es como si estuviéramos en el extremo bajo del balancín: la duración y la calidad del sueño disminuyen”.