Diciembre de 2012. Por el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología desfilaron los premiados de la Gala de la Ciencia Española, los científicos reconocidos por su labor investigadora durante el año. “Gracias por el premio”, declaró desde el escenario el biólogo molecular Miguel López, “pero mi contrato acaba en 12 días”. “El mismo ministerio que me premia”, dijo el matemático Bartolo Luque en la misma ceremonia, “me quita la financiación”. La escena fue un elocuente resumen del desmantelamiento que está sufriendo la estructura de investigación en España como consecuencia de los recortes. A los 2.000 millones de euros de recorte en los presupuestos se suma el retraso de contratos y ayudas que ha conducido a miles de investigadores a una situación desesperada. Muchos han tenido que abandonar sus proyectos y salir en busca de contratos en el extranjero, y otros han tenido que dejar su carrera científica para siempre. Las ayudas no llegan, los jefes de proyecto no pueden contratar investigadores y algunos centros de investigación se ven obligados a racionar la electricidad y hasta el agua caliente. Este es el amargo panorama de la I+D+i en España.
Desde que comenzaron los recortes, retrasar los contratos de investigación se ha convertido en una práctica habitual, lo que obliga a muchos investigadores a pasar un año en blanco o abandonar su proyecto. Primero fueron los becarios, que durante meses estuvieron sin cobrar por el retraso de las becas de Formación de Personal Investigador (FPI). Y les siguieron los contratados en los programas Ramón y Cajal, Juan de la Cierva, Personal Técnico de Apoyo y Torres Quevedo, 870 científicos cuya convocatoria han vuelto a aplazar y que tendrán que esperar otros seis meses, hasta finales de 2013. Estos programas de contratos, que se crearon para atraer a investigadores españoles que estaban fuera, no solo se retrasan, sino que se han recortado a la mitad, con lo que algunos científicos se tienen que volver a marchar. Es el caso de Sergio Casas, investigador del Instituto Cajal (CSIC), que trabajó en Finlandia y EEUU, y en 2008 se volvió a España. Ahora opta a un contrato Ramón y Cajal, pero cree que tendrá que irse de nuevo por la falta de plazas. “Aquí no hay futuro”, asegura. “Aunque salgan los contratos, duran tres años y luego ya no hay nada más, no hay plazas de investigador. Es un gran agujero que te impide continuar con tu carrera.”
La European Science Foundation (ESF) ha congelado hasta junio sus aportaciones a España, hasta que las agencias se pongan al corriente de pago. Nuestro país también es el único moroso de los 20 que participan en el CERN, con una deuda superior a los 50 millones de euros, y le debe 163 millones a la Agencia Espacial Europea (ESA), con lo que sus colaboraciones están en peligro. No son los únicos conflictos con agencias extranjeras. En febrero, los trabajadores de la estación española de la NASA en Robledo de Chavela hicieron huelga para denunciar que se les ha privado de la paga extra de diciembre, cuando sus gastos los cubre íntegramente la agencia espacial estadounidense.
Los retrasos en las ayudas y contratos han provocado que el año se dé por perdido en lo que se refiere a investigación. El Gobierno ha realizado una única convocatoria de proyectos del Plan Estatal de I+D+i entre 2012 y 2013, en lugar de dos. La primera vacuna terapéutica contra la tuberculosis, desarrollada por el hospital Germans Trias i Pujol de Badalona (Barcelona), tenía previsto salir al mercado en 2014, pero no se ha podido realizar su último ensayo clínico por falta de financiación. Otras investigaciones similares se han paralizado por las trabas del Ministerio de Hacienda para recibir las ayudas concedidas. Esta situación ha llevado a muchos científicos a adelantar el dinero de su bolsillo. La Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE) pidió por carta al Gobierno que dejara de obstaculizar la investigación, y el Ministerio de Economía reconoció los retrasos.
La Organización Nacional de Trasplantes (ONT) era hasta hace muy poco la joya de la Corona, una institución admirada y respetada en todo el mundo. Pero el Gobierno aprobó en abril un recorte del 20% a las subvenciones destinadas al fomento de la donación y trasplante de órganos, que en 2013 será de 2 millones de euros, medio millón menos que en 2012. El Ministerio de Sanidad lo justificó diciendo que “lo importante es hacer menos con más”.
Los recortes y el retraso de los contratos han llevado a muchos jóvenes investigadores a dejar sus tesis a medias y posiblemente su carrera científica. José Antonio Noriega tiene 27 años, es licenciado en Farmacia y tiene un máster en Neurociencias. “Estaba estudiando los efectos de los opioides en un tipo de cáncer infantil”, explica a Quo, “y de un día para otro me dijeron que no había dinero para hacer los experimentos. Tuve que dejar la tesis y ahora estoy buscando un trabajo en farmacia, con la desventaja de que no tengo experiencia ni tengo paro”. María Maldonado, ingeniera química de 29 años, está en una situación similar. “Yo soy una de esas investigadoras que han tenido que abandonar la profesión”, asegura. A ella la pillaron los drásticos “ajustes” en Castilla-La Mancha, y el contrato que iba a ser de 3 años se quedó en uno y medio. “Y aquí me encuentro actualmente”, relata Maldonado, “en el paro y sin poder terminar una tesis doctoral”.
En mayo de 2012, la investigadora Luisa Botella, dedicada al estudio de enfermedades raras, denunciaba que había solicitado participar en el programa Atrapa un millón, de Antena 3, para conseguir financiar su investigación. Botella acudió al concurso en agosto y obtuvo 15.000 euros, imprescindibles para su trabajo sobre la telangiectasia hemorrágica hereditaria (HHT). El problema es que el dinero se acaba de nuevo en octubre. “De momento, no veo manera de obtener una financiación igual”, relata Botella a Quo. “He intentado de nuevo apuntarme a castings de concursos, pero cuando se enteran de que ya has estado en uno te rechazan”.
Solo en el año 2012, el número de españoles que salieron del país aumentó un 6,3%, hasta superar los 1,9 millones de personas, según el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero. Se calcula que más de 300.000 jóvenes, de entre 25 y 35 años, se han marchado fuera desde 2008. Desde la Federación de Jóvenes Investigadores calculan que cada año salen 800 doctores, y que son miles los que lo han hecho en los últimos años. Solo en Alemania, por ejemplo, hay 1.300 españoles investigando. Allí ha nacido la Sociedad de Científicos Españoles en la República Federal de Alemania (CERFA), que cuenta con 250 miembros en menos de un año de existencia. Su objetivo es facilitar los trámites a los investigadores españoles que ya están allí y ofrecer ayuda a los “cerebros fugados”. “Cuando hay un puesto de trabajo en Alemania, lo compartimos en el foro y damos información sobre grupos que te pueden ayudar en cada ciudad”, explica Sergio Pérez Acebrón, investigador del German Cancer Research Center y vicepresidente de CERFA. “Estamos pensando en hacer un wiki para orientar a los españoles en el tema de papeleos”.
Las investigaciones en astronomía y física de partículas son las más perjudicadas por los recortes. Por un lado, el Gobierno ha recortado un 75% su inversión en el sector espacial, y por otro, la falta de dinero del CSIC pone en riesgo otras infraestructuras. El observatorio de Calar Alto, en Almería, en el que se llevan a cabo más de 100 proyectos de investigación astronómica cada año, estuvo a punto de cerrar, pero permanecerá abierto gracias a un acuerdo de última hora con el instituto Max Planck. Otro gran perjudicado ha sido el Laboratorio Subterráneo de Canfranc, una instalación enterrada bajo el Pirineo de Huesca en la que buscan desde hace años materia oscura. Con el recorte del presupuesto de 2,1 millones de euros, el proyecto se queda un poco más “a oscuras”.
En la Universidad de Alcalá de Henares hay un edificio de 50.000 metros cuadrados, con más de 30 laboratorios, congeladores, incubadoras de CO2 y un animalario completo. Lo que iba a ser el Instituto de Medicina Molecular Príncipe de Asturias (IMMPA) está vacío desde hace más de dos años a la espera de destino. Los planes del Gobierno son traer aquí el Instituto Cajal, pero no hay dinero para el traslado. Decenas de infraestructuras que se construyeron en los tiempos de bonanza están vacías.
Redacción QUO
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