A Dolores Salvador la llaman Lola sus amigos y familiares. Y así la llama también todo el personal del laboratorio que está a su cargo, con los que tiene un trato cordial y muy, muy cercano. Tanto que cuando deja de posar, ella sola, para Quo, no duda en pedir una foto de grupo. La catedrática es una más del equipo y se ha sentido rara posando sola en las imágenes.
Todo es cordialidad y cercanía en Lola, que enseña el campus de su Universidad Politécnica de Valencia como si fuera su propia casa y hace de anfitriona de primer nivel saliendo a buscar a la lejana puerta de la UPV al redactor y al fotógrafo de esta revista. Lola es tan cordial que parece una persona normal. Pero no, Dolores Salvador no es una persona normal, es una investigadora excepcional.
Pese a su nivel científico, hay algo en Salvador que recuerda a una maestra. Y es lógico, porque ella estudió dos carreras a la vez. Además de su doctorado en Química, tiene también el título de Magisterio. Hija de un maestro de los de toda la vida, Dolores estudió esa carrera. No es raro, por tanto, ese tono cercano de Lola y esa capacidad para trasladar al lenguaje común un montón de esos lejanos conceptos que forman parte de su investigación: ni más ni menos que la micro y la nanotecnología.
Con la carrera ya acabada, esta mujer ya sabía que, por mucho que le atrajera el magisterio, ella quería ser investigadora. Y tuvo la suerte, y la audacia, de empezar a trabajar en Inespal, una de las empresas pioneras en el aluminio en nuestro país. A comienzo de la década de 1980, este material apenas era conocido. Pero los medios ya hablaban de él como el “material del futuro”. Y así fue: el aluminio se ha convertido en uno de los materiales más comunes en nuestra sociedad, tanto en los hogares como en la industria.
Si hace unas décadas Dolores Salvador ya trabajaba en la vanguardia de los materiales, ahora hace lo mismo a través de dos diferentes investigaciones: por un lado, en el campo de las barreras térmicas, y por otro, en el uso de microondas para la
[image id=»61204″ data-caption=»La cátedra Aimplas es el departamento de la Universidad Politécnica de Valencia donde Dolores y su equipo desarrollan su investigación.» share=»true» expand=»true» size=»S»]mejora de materiales.
En el ámbito de las barreras térmicas, trabajan en la unión de dos materiales tan diferentes como las cerámicas y los metales. En campos de alto rendimiento, como motores, los metales no responden con suficiente precisión a las altas temperaturas. “Hacemos como cuando tenemos un coche y le ponemos una capa de pintura”, explica Salvador. “Lo aislamos con un recubrimiento superficial con materiales cerámicos, que resisten mejor la temperatura, la abrasión y el desgaste.”
El equipo de esta catedrática investiga la posibilidad de hacerlo mediante material nanométrico, con lo que se denomina “proyección térmica”. Como si fuera gotelé, los materiales cerámicos se “enganchan” al metal, y así multiplican su capacidad de barrera y son más resistentes.
Las aplicaciones inmediatas para esta técnica incluyen la industria aeronáutica y espacial; pero como en el caso del aluminio, las perspectivas indican que un día se podrá utilizar en otras industrias más cercanas, como la automovilística y los transportes en general.
Pero Dolores Salvador está peculiarmente orgullosa de su otro campo de investigación: están trabajando en la utilización de microondas para la conformación de materiales, lo que ellos llaman sinterización o consolidación. “En lugar de hacer la consolidación tradicional en hornos, utilizamos microondas. En verdad, es otro sistema de calentamiento, pero especialmente atractivo porque es muy limpio, muy económico y con tiempos de procesado mínimos”.
Las aplicaciones de esta técnica incluyen los biomateriales; concretamente, para piezas dentales y también para el espacio, con la creación de productos que sean capaces de resistir las diferencias térmicas que allí se experimentan.
En este caso, se demuestra, además, el valor del trabajo en equipo, puesto que este interesantísimo proyecto involucra a un grupo multidisciplinar de la Universidad Politécnica de Valencia que incluye a investigadores de Ingeniería de las Telecomunicaciones.
¿Y si gana?
En el caso de obtener la ayuda de Mazda, Dolores Salvador destinaría los 3.000 euros para algo que en su caso tiene el máximo valor: el equipo humano. La ayuda serviría para mantener durante varios meses a una persona investigando en su prometedor campo de la utilización de microondas para la conformación de materiales
Redacción QUO
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