Imagina que estás disfrutando de un domingo soleado en tus 19 m2 de jardín. De repente, tu perro comienza a escarbar y cuando vas a regañarle… ¡sorpresa! tiene un extraño hueso entre sus fauces que no se parece a ninguno que en el pasado hayas echado al cocido. Extrañado, coges el misterioso resto óseo con tus manos, lo toqueteas y lo examinas ¡error! Suéltalo y vuélvelo a dejar donde estaba si no quieres contaminar la escena y llevarte de ‘premio’ una más que probable multa. Entonces, ¿qué debes de hacer si te encuentras restos arqueológicos en tu jardín para no saltarte la ley?
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Luchar contra el dinosaurio es una opción. Pero una vez has frenado tu imaginación y recuperas la cordura, lo primero de todo es saber que en España este tema está legislado mediante la Ley de Patrimonio Histórico (16/1985) y recordar que Ignorantia juris non excusat, es decir que en nuestro país «el desconocimiento de la ley no exime su cumplimiento».
Esta ley protege aquellos «bienes de valor histórico, artístico y científico constituido por bienes muebles e inmuebles». Dentro de esta definición se engloban «el patrimonio arqueológico y etnográfico, de interés histórico, paleontológico y documental, los museos y jardines y parques con valor artístico o histórico». Es decir, que aunque el hueso esté en tu propiedad, no tienes ningún derecho de esconderlo, tocarlo y mucho menos quedártelo. Si te pillan, las sanciones pueden oscilar entre 150.000€ y 600.000 €.
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Lo primero es tratar de no meter nuestras manazas en el área donde se ha realizado el descubrimiento. Es decir, si el objeto está aún semi enterrado, debes dejarlo tal cual. Toma una foto con tu smartphone y después llama desde otro móvil a la policía o a la guardia civil. La foto es para que te sea más sencillo describir el fósil al funcionario que te atienda. Otra opción es enviar un email al grupo especializado de Patrimonio Histórico de la Guardia Civil y adjuntarles la imagen. Quizá este paso sea el más eficaz, ya que puedes evitar que una patrulla se desplace para ver un par de posibles huesos del pollo que le pusiste a la paella hace un par de años. No obstante la ley advierte de que estás obligado a informar del hallazgo si crees que se trata de algo de importancia.
Seguro que te preguntarás las razones de tanta desconfianza. Esta ley está pensada para proteger nuestro patrimonio y evitar la expoliación. Hace no muchos años supimos del caso de un jubilado que había desvalijado durante 20 años yacimientos de Zaragoza y Soria, obteniendo suculentas rentas de la venta de más de 4.000 piezas celtíberas. Como veis, puede ser tentador pensar que puedes hacerte rico en el mercado negro, pero la felicidad no durará mucho. En cuanto las autoridades te cacen, te dejarán en la ruina. Y además, te quedarás sin tu trozo de dinosaurio.
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Sin lugar a duda, el fósil es de mucha más utilidad en un laboratorio que en la vitrina del salón de tu casa. Además, si los restos encontrados son valiosos, puedes llegar a convertirte en un héroe. Es el caso de Bill Shipp, un físico nuclear jubilado amante de los fósiles. Mientras caminaba por su rancho de Montana con un amigo paleontólogo que le estaba dando una clase sobre restos arqueológicos, Bill encontró un extraño hueso que sobresalía del terreno. Cuando se acercó a ver de qué se trataba y le preguntó a su colega supo que estaban ante algo grande: nada menos que una nueva especie de dinosaurio.
Aunque el encuentro fue accidental, Bill había contratado al paleontólogo para rastrear huesos de dinosaurio en su propiedad, aunque «sin ninguna esperanza de encontrarlos», explica a Associated Press. Pero los encontró. Ahora se ha sabido que el primer fósil, encontrado en 2005, corresponde a una nueva especie de dinosaurio cornudo bautizado por los científicos como Spiclypeus shipporum. El fémur del dino, apodado Judith, fue solo el comienzo de la aventura. El año siguiente Bill contrato un equipo que estuvo dos años excavando en su propiedad. Terminaron encontrando la mitad del cráneo, partes de sus patas, cadera y columna vertebral. El pasado año el Museo Canadiense de Naturaleza adquirió los restos y encargó a Jordan Mallon que intentara averiguar a qué clase de dino correspondían. Las conclusiones del paleontólogo indicaban que estaban ante un género completamente desconocido.
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Según explican en un artículo publicado en Plos One, el análisis de los huesos revela evidencias de las causas de su muerte. Judith habría tenido una severa infección en una de sus patas que le provocó una grave cojera. Esto le habría dejado vulnerable ante depredadores tan temibles como un Tyrannosaurus rex.
La primera recompensa de todo aventurero es disfrutar la delicia del propio hallazgo. También, puedes recibir un dinero que te vendrá muy bien para arreglar el desastre que habrá quedado en tu jardín tras la búsqueda. Según la ley, tanto la persona que encuentra el objeto como la propietaria del terreno tienen derecho a percibir el 50% del valor de tasación de la pieza hallada, una cantidad que se repartirá a partes iguales entre ambos en caso de ser distintas personas.
Fuente: Associated Press
Redacción QUO
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