Días atrás los habitantes de la isla italiana de Cerdeña, una región con la proporción de centenarios más alta del planeta, se despertaban con la noticia de que alguien había robado 14.000 viales con ADN donados a la ciencia.
La justicia italiana abrió una investigación sobre el presunto robo de las muestras recogidas más de una década atrás como parte de un estudio sobre la longevidad. Al igual que muchas otras áreas, como Okinawa (Japón) o la península de Nicoya (Costa Rica), conocidas como zonas azules, esta isla es reconocida por la gran proporción de habitantes de mas de cien años: 21 de cada 10.000 habitantes tienen más de un siglo de vida. En España la proporción es de 3 cada 10.000. Esto hizo muchos científicos se interesen por estudiar los genes y los estilos de vida de la población local para ayudar a determinar si alguno de los factores individuales habían contribuido a aumentar significativamente la esperanza de vida.
Las muestras eran, supuestamente, propiedad de Parco Genético, una empresa con fondos públicos que recientemente fue adquirida por un ciudadano de Cerdeña, Piergiorgio Lorrai, para salvaguardar el ADN y proteger a los ciudadanos locales de la explotación. Y aunque el supuesto robo se descubrió recientemente, la firma Tiziana Life Sciences publicaban en su página web, la compra de las mismas el día 18 de julio. Pero los sardos no quería saber nada de ello ya que la donación había sido completamente altruista y no querían que nadie obtuviera un beneficio económico.
En este culebrón de muestras desaparecidas y empresas de biotecnlogía, ayer se presentó ante la justicia italiana uno de los investigadores del laboratorio donde estaban almacenadas originalmente las muestras, Mario Pirastu, quien aseguró que los viales se encuentran en el hospital San Giovanni di Dio, en Cagliari, capital de la isla. Y lo sabe porqué fue él mismo quien las llevó allí. El problema ha dejado de ser el robo y ha pasado a ser quién es el propietarios de las muestras. De acuerdo con Pirastu, no pertenecen a Parco Genético, sino a otra empresa, Shardna, que se encontraba en bancarrota y las vendió a Tiziana Life Sciences. Que quizás no hizo tan buen negocio, ya que ahora los expertos están descartando las causas genéticas para la longevidad y señalan a la alimentación como responsable.
Juan Scaliter
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