Una buena predicción supera la tendencia por la que uno asume que el tiempo de mañana será parecido al de hoy, y tiene que ser más exacta que el pronóstico que puede calcularse con el registro histórico. Las previsiones a ocho días de antelación superan por poco los requisitos, y a partir de nueve días lo mejor es no fiarse: los pronósticos de un aficionado pueden llegar a ser tan buenos como las predicciones hechas por los profesionales de la televisión.
Andrés Masa Negreira
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