Durante el otoño, hay regiones privilegiadas que permiten ver cómo los árboles pasan del verde, al amarillo, el rojo, naranja y ocre en apenas unos días. Parece, visualmente cuestión de magia, pero allí también hay ciencia. Más precisamente genética.
En las plantas, la clorofila juega un papel central en la fotosíntesis. Este proceso implica la creación de un flujo de electrones mediante la eliminación de uno de una molécula y su transferencia a otra. Este proceso comienza cuando un electrón es transferido de la clorofila a un compuesto llamado feofitina a. Los colores de las hojas en el otoño se producen cuando la clorofila se degrada, una parte normal del envejecimiento de la hoja también conocida como senectud y que desempeña un importante papel en el ciclo del nitrógeno. La degradación se activa cuando una enzima (conocida como Magnesio dequelatasa) extrae magnesio (Mg) de la clorofila. Lossabían de su existencia pero hasta ahora nunca habían sido capaces de detectar su presencia en los experimentos.
Al menos hasta ahora, porque un grupo de expertos de la Universidad de Hokkaido, liderados por Hisashi Ito, han demostrado que el gen SGR, vinculada a la degradación de la clorofila, codifica la enzima Mangensio dequelatasa.
Este gen fue uno de los que le permitió a Gregor Mendel establecer las leyes básicas de la genética en el siglo XIX. Mutaciones en el SGR permiten que las hojas sigan siempre verdes (de ahí su nombre en ingles: Stay Green o SGR), pero hasta ahora se desconocía qué codificaba.
Los autores del estudio, publicado en Plant Cell, indujeron de forma transitoria el SGR en las hojas totalmente verdes de una pequeña plantacon flores, la Arabidopsis thaliana y descubrieron que esto provocaba una reducción de los niveles de clorofila. Luego incubaron clorofila en un tubo de ensayo con SGR, lo que provocó que se convirtiera en feofitina a, algo que solo ocurre si se le extrae magnesio. Los resultados sugieren que el gen SGR también puede extraer magnesio de la clorofila integrada en el complejo de captador de luz, lo que básicamente es la antena fotosensible de las plantas. Y esto es lo que permitiría ver una paleta de colores mucho más amplias que solo una gama de verdes. Eso y la genética de nuestros ojos.
Fuente de la información: Universidad de Hokkaido.
Juan Scaliter
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