Pocos son los psicólogos que se muestran atraídos por algo tan específico como el insulto, pero ese es uno de los principales intereses de Richard Stephens. Y para demostrarlo ha realizado varios experimentos. “Sabemos por investigaciones anteriores – asegura Stephens en un comunicado – que insultar nos permite lidiar mejor con el dolor.Una posible explicación es que esta conducta estimula nuestro sistema simpático, el responsable de acelerar los latidos del corazón cuando estamos en peligro. Si ese fuera el caso, insultar también debería hacernos más fuertes. Y eso es justamente lo que buscábamos demostrar con una serie de experimentos”.
El primero de ellos consistía en completar un ejercicio anaeróbico (incrementar la velocidad en una bicicleta fija hasta un punto y luego mantener la velocidad máxima durante 30 segundos). Los 29 participantes del test lo hicieron primero insultando en la etapa de mayor exigencia y luego sin soltar ni una palabrota.
El segundo experimento consistía en levantar una pesa, gritando como un pirata beodo y comportándose como un eremita en voto de silencio.
Los resultados obtenidos, un incremento de hasta el 8 % en la resistencia y la potencia en aquellos que juramentaban mientras realizaban el ejercicio.
Pese a ello, el equipo de Stephens aún no sabe cómo ocurre esto precisamente porque las constantes físicas no cambiaban entre ambos ensayos. El estudio será presentado en la Conferencia Anual de la Sociedad Británica de Psicología.
Juan Scaliter
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