Estas crías de ratones no lo saben, pero su origen en cierta forma está en el espacio. ¿Por qué? Pues debido a que su madre fue fecundada con semen que ha estado trescientos días en la Estación Espacial Internacional.
La historia se enmarca en un experimento realizado por investigadores de la Universidad de Yamanashi, en Japón, para estudiar como afectan a la reproducción los niveles de radiación cuando no existe la protección de la atmósfera.
Para ello, los investigadores enviaron varias muestras de semen de ratones a la ISS, donde permanecieron trescientos días, conservadas a -95 º c. A su regreso a la Tierra, ese esperma fue usado para fecundar óvulos, dando lugar a unos embriones que posteriormente fueron implantados en hembras de ratón.
Y el resultado no pudo ser más óptimo, ya que, aunque las muestras tenían algunos daños en su ADN, eso no impidió que todas las crías nacieran sanas, fuertes y con su fertilidad intacta. Los científicos creen que puede deberse a que esos daños pudieron repararse durante la etapa de embrión.
Vicente Fernández López
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