Hace uno o dos millones de años, los primeros seres humanos que habitaban en África Oriental tenían que lidiar a un clima especialmente seco, donde el agua era un lujo difícil de obtener. Pero, según una nueva investigación realizada por investigadores de la Universidad Rutgers-New Brunswick (Nueva Jersey, EEUU), pudieron sobrevivir gracias a que sabían donde encontrar manantiales. Además, esto les permitió poder moverse por el continente y salir de él.
Para los investigadores, esto significa que el clima podría no tener un papel tan crucial en la evolución humana como se pensaba hasta ahora. Según Gail M. Ashley, uno de los participantes en el estudio, «esto tiene implicaciones de gran importancia para la evolución humana. No estamos afirmando nada sobre las razones que llevaron a los primeros humanos a abandonar África, solo afirmamos que era posible salir del continente pasando de una primavera a otra y que podían viajar durante los periodos más secos».
El estudio, publicado esta semana en Nature Communications, puso el foco de su atención en el papel tan importante que jugaron los refugios hídricos en la evolución y dispersión de los humanos tempranos de África Oriental. Dichos refugios de agua consistían en humedales, manantiales, ríos alimentados por aguas subterráneas o arroyos perennes.
Según destacan los investigadores, el estudio tiene relevancia mundial, ya que las tierras secas abarcan en torno al 45% de la masa terrestre de nuestro planeta. La importancia de las aguas subterráneas que permitió sobrevivir a nuestros antepasados homínidos en temporadas climáticas difíciles, podría inspirar y aportar información a futuras estrategias para la resiliencia humana al cambio climático.
Además, el área de estudio es bastante extensa, ya que se extiende a casi 2,1 millones de kilómetros cuadrados, que van desde el norte de Tanzanía a Etiopía, poniendo especial atención en el Valle del Rift. Tras valerse de modelos hidrogeológicos de nuestro paisaje actual, los investigadores calcularon que un manantial que descarga 1.000 metros cúbicos de agua al año, es suficientemente productivo para mantener un flujo continuo. También valoraron la distribución actual de manantiales, ríos y lagos primaverales para elaborar un estudio informático con el fin de saber si era posible que nuestros antepasados caminasen sin problemas de una fuente de agua a otra en sus viajes. Como dato, el equipo de investigadores conjeturó que podrían caminar unos 180 kilómetros en tres días.
Según Ashley, «en algunos sitios, la gente no podía emigrar y se habrían quedado cerca de una fuente mucho tiempo, esperando a que el clima fuese más húmedo, lo que les indicaba que surgirían más manantiales y podrían continuar su camino. Aunque el clima fluctúa, la geología permitió el desarrollo y mantenimiento de refugios hídricos en el paisaje, lo que dio la oportunidad a los primeros humanos de poder dispersarse y emigrar de África».
Fuente: eurekalert.org
Rafael Mingorance
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