En 2002, genetistas de la Universidad de Oxford consiguieron permiso para meter el escalpelo en el espécimen de dodo mejor conservado del mundo: un hueso de la pata completo, con piel y plumas, que se conserva bajo llave en el Museo de Historia Natural de dicha Universidad.
Esto proporcionó fragmentos diminutos de ADN mitocondrial del dodo, pero nada más.
Desde entonces, ni un solo ejemplar ha aportado siquiera una pizca de ADN, pero aún hay esperanzas. “Todavía estamos buscando, y es posible que aparezca en el lugar menos pensado”, dice Beth Shapiro, veterana especialista en ADN que participó en los trabajos con el famoso dodo del Museo de Historia Natural.
Si aparece un ejemplar y se obtiene una secuencia genómica de él, les correspondería a las palomas ayudar a rescatar a sus famosos primos del olvido.
Redacción QUO
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