La aplicación más lógica de muchos juguetes en experimentos científicos está relacionada con el estudio del comportamiento infantil.
Como el estudio realizado por la Universidad de Washington en el que varios bebés fueron tentados con unos patitos amarillos, situados fuera del alcance de su mano pero que podían atrapar con la ayuda de un gancho.
Los críos fueron divididos en dos grupos. Los primeros fueron entrenados para utilizar la herramienta, y los segundos se limitaron a ver cómo un adulto realizaba la misma acción.
Los primeros fueron capaces de hacerse con el juguete, lo que demuestra que ya en esa primera fase de la vida la experiencia desempeña un papel mayor que la mera observación en el aprendizaje.
Redacción QUO
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