Un hígado que pesa como siete. Es el ‘regalo’ que hizo Fiona Murray a la facultad de medicina Queensland, en Australia, después que le fuera extirpado este órgano aquejado de la enfermedad del riñón poliquístico, pero que en su caso se ha manifestado en otro órgano, algo que también puede suceder.
El órgano que ahora se expone se parece más a un terreno lleno de cráteres que a un hígado sano. La causa de este trastorno se encuentra en la mutación de los genes PKD1,2 ó 3 y causa múltiples quistes o ‘sacos’ llenos de líquido.
Esta situación puede predisponer a los pacientes a infecciones frecuentes y dolor en el área afectada, entre otros. La transmisión de la enfermedad puede darse de dos maneras: por herencia dominante o recesiva. En el primer caso bastaría con que uno de los dos progenitores porte el gen de la enfermedad para que sus hijos la padezcan, grosso modo, con un 50% de posibilidades.
El otro tipo de herencia, llamado recesivo, implica que para que un recién nacido manifieste la patología sus dos padres tienen que ser portadores del gen defectuoso.El tratamiento de la enfermedad de riñón poliquístico pasa por controlar los problemas derivados de esta situación como las frecuentes infecciones y, en caso de que el órgano se encuentre gravemente afectado, el trasplante, como ocurrió en el caso de Fiona.
Redacción QUO
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