Un equipo de científicos de la Universidad de Arizona, liderados por Ryan Gutenkunst y Michael Hammer, han realizado un estudio del ADN de dos poblaciones siberianas, los Nganasan (cazadores nómadas) y los Yakuto (pastores). Al igual que otros grupos, como los Inuit, estas poblaciones han hecho importantes ajustes en su genética para poder sobrevivir en uno de los lugares más fríos y duros de la Tierra. Y es algo que llevan haciendo desde hace mucho tiempo, ya que los primeros asentamientos en Siberia comenzaron hace unos 45.000 años. El estudio se ha publicado en Molecular Biology and Evolution.
“La comparativa demográfica – explica Gutenkunst en un comunicado – muestra que los Nganasan y los Yakuto primero se separaron hace aproximadamente 12.000 – 13.000 años de sus antepasados de Asia oriental,. En total identificamos siete conjuntos de genes candidatos con señales específicas de Siberia. Tres de ellos están vinculados con la dieta, específicamente con el metabolismo de la grasa, en consonancia con la hipótesis de adaptación a una dieta rica en grasa animal, pero todos juegan un papel importante en la producción de energía y la estructura de las membranas celulares, las enzimas digestivas y la digestión y absorción de proteínas”.
Los autores especulan que este cambio podría haber coincidido con el final del último periodo glacial (entre 26.000 y 19.000 años atrás) y el comienzo del Holoceno (hace 12.000 años), cuando un clima mucho más suave permitió a los seres humanos expandirse hacia el norte en Siberia Central.
La evidencia apunta a que estas dos poblaciones permanecieron aisladas entre sí y que en ciertos periodos el clima llevó a una drástica reducción del tamaño de la población: poco más de un 10% sobrevivió. Por ello se especializaron en un estilo de vida de caza y forraje que les ha llevado a adoptar dietas alimenticias ricas en grasas y proteínas. En particular, losNganasan y los Yakuto tienen tasas metabólicas basales (BMR) más altas y relativamente bajos los niveles de lípidos en sangre (por ejemplo, HDL/LDL y triglicéridos).
“Esto implica posibles papeles protectores de la adaptación genética en los siberianos a sus dietas tradicionales – concluye Gutenkunst – que les permite mantener niveles de lípidos estables en el plasma sanguíneo y hacer frente al estrés severo por el frío aumentando la producción de calor”.
Juan Scaliter
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