Las personas que ganan más dinero tienden a experimentar emociones positivas pero centradas en ellos mismos, mientras que aquellos que ganan menos, disfrutan más de sus relaciones y la capacidad de conectarse con los demás. Esa es la conclusión de un estudio publicado por la Asociación Estadounidense de Psicología en la revista Emotion.
«Un ingreso más alto tiene muchos beneficios, incluida la mejora de la salud y la satisfacción con la vida, pero ¿se asocia con una mayor felicidad? –comenta el autor principal del estudio, Paul Piff –. Después de todo, la mayoría de la gente piensa que el dinero es una especie de bien absoluto. Sin embargo, algunas investigaciones recientes sugieren que este no es el caso. En muchos sentidos, el dinero no necesariamente te compra la felicidad».
El equipo de Piff utilizó una encuesta de 1.519 personas. A los participantes se les preguntó sobre los ingresos de su hogar y respondieron una serie de preguntas diseñadas para medir su tendencia a experimentar siete emociones distintas que se consideran el centro de la felicidad: diversión, pavor, compasión, satisfacción, entusiasmo, amor y orgullo. Por ejemplo, para medir la compasión, los participantes calificaron su acuerdo con varias declaraciones, entre ellas, “Alimentar a los demás me proporciona una cálida sensación interior”.
Los participantes en el extremo superior del espectro socioeconómico informaron una mayor tendencia a experimentar emociones centradas en ellos mismos, específicamente, la satisfacción, la diversión y el orgullo. Por su parte, aquellos en el extremo inferior tenían más probabilidades de experimentar emociones centradas en otros, como la compasión y el amor. Las personas más pobres también informaron haber experimentado más asombro y belleza en el mundo que les rodeaba. Según los investigadores, no hubo diferencia aparente en lo que respecta al entusiasmo.
«Estos hallazgos – concluye Piff – indican que la riqueza no está inequívocamente asociada con la felicidad. Lo que parece ser el caso es que la riqueza nos predispone a diferentes tipos de felicidad. Mientras que las personas más adineradas pueden encontrar una mayor positividad en sus logros, estatus y logros individuales, las personas menos adineradas parecen encontrar más positivismo y felicidad en sus relaciones, sus capacidad de cuidar y conectarse con los demás».
Juan Scaliter
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