Un grupo de científicos del Instituto Zuckerman de Columbia, liderados por Richard Mann, ha descubierto nuevas claves sobre cómo las células madre se transforman en células neuronales que controlan los movimientos de las extremidades de estos insectos. Los sorprendentes detalles de este proceso, podrían ayudar a comprender cómo se desarrolla el cerebro humano, y qué sucede cuando surgen problemas. Los resultados de este estudio se han publicado en Neuron.
“Para que un animal se desarrolle desde el óvulo fecundado – explica Mann en un comunicado –, todo debe producirse en el lugar y en el momento correcto. Los increíble es cómo un sistema exhibe la precisión y flexibilidad necesarias para lograrlo, particularmente frente a los desafíos ambientales y del desarrollo. Y eso es algo que aún sigue sin estar claro”.
Para entender el desarrollo del cerebro humano, el equipo de Mann estudió la mosca de la fruta, un modelo que pueden controlar y en el que es posible observar las células con mayor facilidad. Mann comenzó con las células madre, a las que rastrearon a medida que maduran en neuronas motoras, las células nerviosas que controlan el movimiento muscular.
Mientras estudiaban este proceso, descubrieron que a mitad de camino algunas de estas células madre se desviaban: en lugar de desarrollarse en neuronas motoras como las otras, se convertían en células gliales. Estas son componentes críticos del sistema nervioso, que actúan para guiar su crecimiento y la conectividad con otras neuronas. Además, son las responsable sde construir el andamiaje para sus “hermanas”, las neuronas motoras.
Por si fuera poco, los científicos descubrieron que, cuando células gliales y motoras se separan, sus propiedades varían de forma dramática, pese a que tenían el mismo origen. Las células motoras, por ejemplo, nacen en el mismo orden y tienen idéntica forma.
El desarrollo glial, por otro lado, es más plástico. La cantidad de células gliales producidas por cada célula madre podía variar. Además, no había un orden de nacimiento, ni una única forma. Y, sin embargo, de alguna manera, el número total siempre era el mismo: 280.
Comprender el desarrollo coordinado de las neuronas motoras y las glíales puede ayudar a estimular las células madre para que generen más de estas últimas después de que alguien sufra una lesión.
Juan Scaliter
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