El primer análisis a gran escala de las interacciones entre buques pesqueros pone de manifiesto el alcance potencial del intercambio no declarado de mercancías en el mar. Los resultados aumentan la preocupación mundial sobre la pesca ilegal y los abusos contra los derechos humanos. El estudio, publicado en Frontiers in Marine Science, aportan transparencia al comercio en el mar y proporcionan la primera visión pública del alcance de estos intercambios y expone la necesidad de una colaboración global para mejorar la gestión de la pesca.
«La práctica del transbordo (buques de carga refrigerados que se reúnen con barcos pesqueros en el mar para intercambiar mariscos, tripulación, combustible o suministros), es común en muchas pesquerías, ya que permite que los buques pesqueros permanezcan en el mar mientras se llevan sus capturas al mercado – señala en un comunicado, el líder del estudio, Nathan Miller –. Sin embargo, carece de una regulación uniforme y de datos transparentes. Esto dificulta la gestión sostenible de la pesca, ya que hace que sea muy difícil controlar la cantidad de vida marina que se extrae del mar».
La falta de una regulación constante permite, primero, que las capturas ilegales ingresen al mercado, pero también, señalan los autores, crea la oportunidad para otras actividades ilegales relacionadas con las drogas e incluso las personas.
«Algunos abusos de los derechos humanos se han asociado con el transbordo – añade Miller –. Al permitir que los buques pesqueros permanezcan en el mar durante meses o incluso años, los capitanes pueden mantener a su tripulación en el mar indefinidamente, lo que resulta en esclavitud de facto”.
El equipo analizó más de 30 mil millones de señales de seguimiento de embarcaciones para identificar potenciales encuentros de transbordo. Esto incluyó buques de cargaque merodean en el mar el tiempo suficiente para recibir un transbordo, o dos buques que se cruzan el suficiente tiempo como para traspasar la captura, la tripulación o los suministros.
Como era de esperar con un conjunto de datos de esta magnitud, las limitaciones deben tenerse en cuenta antes de extraer conclusiones.
“El uso del sistema de seguimiento de buques – finaliza Miller –, del que derivamos estos datos, varía a nivel mundial y entre las flotas. Los operadores pueden apagar el dispositivo de rastreo o transmitir información de identidad incorrecta y las regiones abarrotadas del océano pueden afectar la precisión del seguimiento. Ojalá esto sirva como punto de partida para fomentar una práctica de pesca más transparente y sostenible”.
Juan Scaliter
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